JFK, el eterno “prí­ncipe” de Camelot

Carla J. Mendoza.-

En 2017 se desclasificaron documentos sobre la muerte de Kennedy. Foto: Ví­a People

El 2017 recordó a la población mundial, especialmente a la occidental, que John Fitzgerald Kennedy, el popular JFK, no está dispuesto a morir. Como nunca estuvieron presentes sus pensamientos, imagen y el debate de su real importancia en el legado norteamericano. En mayo se conmemomaron 100 años de su nacimiento y en el último trimestre del año Donald Trump autorizó la desclasificación de importantes documentos vinculados con su trágica muerte, ocurrida en Dallas.

El 29 de mayo de 1917 vino al mundo uno de los personajes más emblemáticos de la historia norteamericana. John Kennedy, uno de los hombres más reconocidos y admirados a nivel mundial, llegó a la presidencia de los Estados Unidos en el año 1961, sin imaginar que su estampa se convertirí­a en un sí­mbolo polí­tico de tan colosal magnitud que, a más de cinco décadas de su muerte, aún arde con fuerza en el corazón y la mente de muchos.

¿Cuál es la razón de este fenómeno? A lo largo de los años, luego del polémico magnicidio que tuvo lugar el 22 de noviembre de 1963, el mundo entero se ha dedico a especular sobre los misterios que conformaban aquella icónica figura que era, y sigue siendo, JFK.

Hay quienes dicen que, en sus inicios, fue su gran elocuencia y sus ideas progresistas lo que le permitió a Kennedy ganarse el afecto de los ciudadanos estadounidenses. Pero a su vez existen versiones que apuntan a que su rostro bronceado y su sonrisa perfecta fueron los factores que realmente captaron la atención de una sociedad que cada dí­a se veí­a más envuelta en el surgimiento de una nueva cultura visual, que se acentuarí­a mucho más en los años siguientes.

Lo cierto es que el rostro del trigésimo quinto presidente de EEUU es recordado como el rostro de un hombre de valores humanistas, que defendí­a los derechos civiles y creí­a en la inclusión de las minorí­as como herramienta indispensable para fomentar la armoní­a, el equilibrio y el bienestar social.

Para ílvaro Torres De Witt, psicólogo, historiador, comunicador y profesor de la Universidad Monteávila el mí­tico polí­tico nacido en Brookline, Massachusetts, era un hombre de palabra privilegiada, pero no un demagogo barato “como muchos otros polí­ticos”, explica el especialista al señalar que el contenido de sus parlamentos era absolutamente formidable, hecho que se evidenció desde el momento en que se dirigió a los ciudadanos y les dijo: “Entonces, compatriotas, no pregunten qué puede hacer su paí­s por ustedes, pregunten qué pueden hacer ustedes por su paí­s”.

Según Torres en ese momento hizo por primera vez consciente a la población de la importancia que tienen sus acciones en el desarrollo de su propia nación. “Le dio al pueblo la oportunidad de elevar su nivel y puso sobre sus hombros la responsabilidad de construir un gran paí­s”.

¿La naturaleza trágica de su fallecimiento contribuyó a la construcción de su figura emblemática?

Completamente. ¿Por qué Marilyn Monroe es recordada mundialmente? Porque murió de forma lamentable, estando en el auge de su belleza y en el tope de su fama; ahora el mundo la recuerda como una mujer que fue joven y bella por siempre.

Kennedy estaba en la cima de su popularidad cuando fue truncada su vida. Si hubiera muerto a los 98 años, anciano y desgastado, evidentemente su impacto en la memoria de las personas no serí­a el mismo. Sin embargo, eso no disminuye los méritos que se le han otorgado y los muchos otros que hubiera podido recibir. Kennedy hubiera sido reelegido fácilmente y habrí­a contado con ocho años para llevar a cabo sus grandes ideas.

¿Influyó Jacqueline Kennedy en la construcción de su carrera polí­tica?

Fue un puntal de apoyo formidable, sin duda un elemento crucial en la imagen que deseaba proyectar el presidente. Jacqueline fue una mujer superior en todos los aspectos: cultura, educación, elegancia, llevó la finura a la Casa Blanca y creó el papel de la primera dama como lo conocemos actualmente.  La señora Kennedy era una estrella que brillaba con luz propia y subrayaba todos los méritos de su esposo.

¿Tuvo ascendencia la figura de JFK en los siguientes gobernantes de los Estados Unidos?

Con él comienza la televisión polí­tica, el debate entre Kennedy y Richard Nixon le dio una clara victoria a Kennedy porque este era una figura telegénica, lo que definitivamente no era Nixon. Se descubrió entonces el poder colosal que tení­a la televisión para ganar votos y de allí­ en adelante la historia de la polí­tica, especialmente las campañas polí­ticas, no volvió a ser la misma.

Muchos candidatos y dirigentes polí­ticos en Norteamérica han intentado rescatar los mejores aspectos de este í­dolo de los años 60 para favorecer su imagen, pero quizás quien ha estado más cerca de igualar la fama que gozó JFK fue el expresidente Barack Obama.

Ambos mandatarios están marcados por una posición similar en la historia de EEUU y sin duda comparten un lugar estelar en la memoria de su gente. Kennedy como uno de los mandatarios más jóvenes y el primer católico, Obama como el primer presidente afrodescendiente.

En una entrevista, Jacqueline Kennedy hizo una de las referencias más simbólicas que resumió el sentimiento que conmovió a todos los habitantes de Estados Unidos y el mundo entero al enterarse del asesinato del presidente: “No olvidemos que una vez existió un lugar que, durante un breve pero brillante momento fue conocido como Camelot. Nunca volverá a haber otro Camelot. Habrá otros grandes presidentes, pero jamás volverá a haber otro Camelot”.

Carla J. Mendoza es estudiante de la Universidad Monteávila

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