Periodismo en Venezuela visto por millennials

Tomás Arias P.-

Los periodistas venezolanos han visto vulnerados sus derechos. Foto: Ernesto Garcí­a/Cortesí­a

El periodismo se ha convertido en un trabajo muy riesgoso en Venezuela. Según el Instituto Prensa y Sociedad, desde el 2005 se han registrado 2376 casos de violaciones a la libertad de prensa en el paí­s. Espacio Público, ONG destinada a la defensa de los derechos humanos, publicó un estudio que revela que solo en el 2015 se agredieron a 142 periodistas, 31 reporteros gráficos y 21 trabajadores y directivos de medios.

En estos dos años el conflicto social del paí­s ha crecido. Los venezolanos que se oponen al gobierno de Nicolás Maduro han tomado las calles. El mandatario ha movilizado a la Guardia Nacional y otros cuerpos de seguridad para reprimir estas marchas. Los periodistas de distintos medios de comunicación, en su labor de cubrir los sucesos ocurridos en las manifestaciones, a menudo se han visto también afectados. En las redes sociales circulan continuamente informaciones sobre periodistas heridos, golpeados, encarcelados y robados en el ejercicio de su profesión.

Por la naturaleza del conflicto y la situación de violencia que se vive en las calles, se pudiera pensar que reporteros veteranos en los medios, con preparación para este tipo de sucesos, son los encargados de cubrir los acontecimientos. Sin embargo, esto no es lo que está ocurriendo en Venezuela. Cuando el periodista se convierte en la noticia, porque ha sido agredido o se muestra en fotos su actuación, aparecen rostros muy jóvenes, reporteros que quizás no alcancen los 25 años.

“En los últimos años hemos visto el nacimiento de nuevos medios nativos digitales que son impulsados por periodistas o empresarios que han salido de las principales empresas de medios a consecuencia de la censura”, afirma Marí­a Eugenia Peña de Arias, decana de la Facultad de Ciencias de la Comunicación e Información de la Universidad Monteávila (UMA).

Peña asegura que las salas de redacción de estos medios son pequeñas, por lo que recurren a periodistas recién graduados o estudiantes de comunicación para atender el alto flujo de noticias que exigen los cibermedios. “Esto explica que en Venezuela las protestas de los últimos meses estén siendo cubiertas por reporteros muy jóvenes e inexpertos”, agrega.

¿Están preparados estos nuevos periodistas para esta clase de sucesos? ¿Qué siente un joven de 21 a 26 años cuando sale a cubrir un conflicto en el que podrí­a ser reprimido o detenido? ¿Qué se llevan de esto?

Hablan los protagonistas

Luis Manuel Gondelles es estudiante de 4° año de Comunicación Social en la UMA. Trabaja como redactor web en el-nacional.com. Descubrió su vocación periodí­stica por sus pasantí­as profesionales. Gretta Gil, también estudiante de la carrera en su segundo año, labora en el departamento de redes sociales del medio nativo digital El Tambor, enfocado a la generación de los millennials. Mace Peña, a punto de recibir su tí­tulo de comunicadora, es fotógrafa especializada y forma parte del equipo de prensa de Marí­a Corina Machado.

Para estos reporteros poco experimentados el miedo no es un factor que importe al momento de hacer su trabajo. “En plena cobertura no pienso ni siento nada. Me concentro en lo que sucede y actúo con sangre frí­a, aunque reconozco que corro riesgos”, cuenta Peña.

Gondelles señala que “uno siente que es parte de un momento histórico polí­tico único. Al tomar conciencia histórica del momento que uno vive, el miedo pasa a un segundo plano. La adrenalina lo invade a uno. Además de la ansiedad de querer ver que esto termine lo más pronto posible”.

Gil considera que los periodistas venezolanos pueden ser considerados reporteros de guerra. “Hace un par de dí­as CNN en Español publicó la primera entrega de un documental sobre las protestas en Venezuela. El periodista que llegó encubierto es un corresponsal de guerra que ha estado en Siria y en diversos paí­ses en conflicto. Los periodistas y reporteros gráficos se convirtieron en corresponsales de guerra de forma involuntaria”.

Peña coincide con esta afirmación y sostiene que  “sólo con la cantidad de herramientas de protección que llevo es periodismo de guerra”.

Pero para Gondelles califica esta idea como exagerada. “No me parece justo comparar esto con sitios como Siria o Afganistán. Claro que hay peligro pero por ejemplo uno cree mucho más factible que se lo lleven detenido a morir por un disparo. En periodismos de guerra como en paí­ses de Medio Oriente hay más miedo a que te mate una bala perdida que a que te metan preso”.

Todos tienen sus experiencias que contar desde que laboran en el medio. Peña resume sus encuentros con los cuerpos de seguridad con estas palabras: “he tenido mucha suerte. Los guardias solo se dirigen a mí­ para pedirme permiso para reprimir con comodidad, del resto me ignoran”. Gil rememora “cuando se tuvo que confirmar la muerte de Hecder Lugo.  Recuerdo que estaba en el primer turno y a las 8:20 aproximadamente recibo que el muchacho estaba estable. Después a las 9:51 leo el tweet de Enzo Scarano confirmando que Hecder Lugo habí­a fallecido. En ese momento querí­a llorar, no entendí­a por qué me estaba sintiendo así­. Nunca lo conocí­. Allí­ me di cuenta que debo ser frí­a al momento de recibir ese tipo de noticias”.

Gondelles cree que está aprendiendo del periodismo de una forma única. Ve necesario un “curso de periodismo en tiempos de dictadura, que den apoyo logí­stico, cómo utilizar máscaras de gas, cómo improvisar una, cómo utilizar chalecos de prensa. Estamos en una situación extraordinaria, por lo que es necesario aprender cosas fuera de lo ‘normal’ para un periodista. Son experiencias que ningún otro ser humanos podrá experimentar. Uno se comienza a labrar una carrera periodí­stica distinta, pero distinto no es sinónimo de malo”.

Opinan que hacen un periodismo distinto al del resto del mundo. Gil afirma que “nosotros tenemos que pelear contra dos titanes: la desinformación y la censura, a diferencia de otros paí­ses. Ellos no tienen que lidiar con eso. Nosotros lo tenemos que hacer diariamente”.

Estos jóvenes reporteros están conscientes de los peligros que corren y saben que ejercen su profesión de forma distinta a la de otros paí­ses, pero también valoran estar aprendiendo una forma única de periodismo. No disponen de las herramientas que los más veteranos pueden tener pero se llevan aprendizajes que profesionales en paí­ses menos conflictivos pueden no adquirir en toda su carrera.

* Tomás Arias P. es estudiante de Comunicación Social de la Universidad Monteávila.

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