Estefanía Maqueo A.-
Hace poco más de un mes asistí a una función de la película venezolana Desde Allá (2015) del venezolano Lorenzo Vigas y cuál es mi sorpresa que en la sala estábamos solamente seis personas. Al finalizar la función, de las seis personas solo quedamos cuatro. Intrigada por esta situación, me tomé la libertad de preguntarle al matrimonio que había estado conmigo si le había gustado la película y si habían acudido por alguna referencia o solamente por curiosidad. La sorpresa fue aún mayor. Me dijeron que fueron solo porque no había entradas para la función a la cual querían asistir y que habían elegido esta para pasar el tiempo. Intrigada, decidí preguntarles si sabían que esta era una película venezolana que ha ganado premios como el León de Oro de Venecia, y que es una fuerte candidata al í“scar como mejor película extranjera. No lo sabían, pero les parecía excelente que Venezuela empezara a tener relevancia en el mundo cinematográfico, aunque no les haya gustado la historia.
Sin intención de realizar una crítica sobre Desde Allá (2015), es interesante enfocar el papel que cumple el espectador venezolano en el cine de su propia nación. Es lamentable decir que, cada día, es más pobre. Y esto ocurre debido a que las personas siguen embelesándose por lo que viene del extranjero y apuestan poco por lo nacional, aunque siempre declaman que hay que apoyar el talento nacional. Frases como “no la he visto pero la apoyo porque fue realizada por un venezolano”, refiriéndose a Lorenzo Vigas y su última producción, son cada día más comunes. ¿Por qué el público venezolano apuesta por Suicide Squad (2016), Batman vs. Superman: Dawn of Justice (2016), Star Wars: The Force Awakens (2015), entre otras, y desconoce lo que se produce en su país?
La respuesta se debe a la fatiga cultural que a cada momento abarca más al ciudadano común. Claro está, no podemos dejar a un lado la situación política y educativa que vive el país, pero sí podemos afirmar que, lastimosamente, existe una desesperanza aprendida hacia lo que se hace. Quizás se debe a que cada día hay menos apoyo por parte de las instituciones públicas a aportar por producciones independientes de ciudadanos que quieren mostrar el arte que realizan, pero no se debe negar que existe una falta de interés. Sí, interés, puesto que es mejor acudir a una película realizada en Hollywood cuyos actores conocemos y admiramos, a pagar la entrada por una realización de actores venezolanos que intentan abrirse paso en una industria que puede darles el reconocimiento o hundirlos en la ignorancia.
En una charla realizada el 15 de septiembre en la Librería Lugar Común del Círculo de Críticos Cinematográficos de Caracas (C4), Luis Bond dijo que en sus clases pide a sus estudiantes que nombren a cinco directores que conozcan y admiren por su trabajo y, en su mayoría, son estadounidenses o ingleses, aunque a veces se pueda incluir a algún latinoamericano, como es el caso de Alfonso Cuarón o Alejandro González Iñárritu. Sin embargo, cuando pide que nombren a cinco directores venezolanos, máximo son tres que se conocen y, generalmente, son aquellos que han tenido cierto renombre o están de moda. Aunado a ello, Pablo Gamba indicó que en Venezuela  no existe un estudio formal sobre el gran director venezolano Luis Alberto Lamata, aunque en el exterior sea reconocido y admirado.
Estas dos reflexiones realizadas por estos críticos de cine responden justamente a lo que se ha dicho con anterioridad. El desinterés, la falta de información y apoyo son factores que han calado fuertemente en el individuo actual. Y no es porque no se haga cine nacional, que es el tema a tratar, sino que no se apuesta por él. Y, quienes lo hacen, tienen dos opciones al final: continuar en la lucha o dejarla a un lado.
Sin embargo, existe una buena noticia: la crítica sí sigue apostando por el cine de nuestro país y continúa aprendiendo de él. Tal es el caso del Círculo de Críticos Cinematográficos de Caracas, creado hace poco, o los profesores de cine, guion, etc., que se encargan de enseñar a sus estudiantes sobre el buen cine nacional. Ellos siguen en la lucha, aunque la cuesta sea difícil.
El público venezolano debe tener un poco más de esperanza hacia lo que se produce. Ya basta de ver la última película de moda de Hollywood, es hora de arriesgarse por lo nuestro. Pero, para ello, debemos aprender, culturizarnos, estudiar y, en especial, identificar qué es lo bueno, qué vale la pena, cuál es el mensaje que se quiere transmitir y, lo más importante, hacer cine nacional pero enseñar al público a verlo, sin apostar por lo extranjero. Para ello, se debe ver hacia atrás, conocer lo que hicieron maestros como Margot Benacerraf, Román Chalbaud, Clemente Felipe de La Cerda, etc., analizarlos y adueñarnos (si se nos permite el término) de su sabiduría.
Apostar sin deudas. Una idea fácil de decir pero difícil de aplicar.
Gracias a Sergio Monsalve por las colaboraciones brindadas a la elaboración del presente artículo.
* Estefanía Maqueo A. es profesora de la Universidad Monteávila.