Clases virtuales, algo se nos va a ocurrir

clases virtuales

Así­ viven los profesores la educación a distancia, no solo los alumnos sufren la falta de servicios

Marianella Cremi La Riva.-

-Reinicia el router otra vez, hija, por favor-, grita desesperada Evelia La Riva a su hija, Marianella. Es la tercera vez que le pide realice esa operación en la última hora. No es que sirva de mucho, pero “hay que probar a ver”, dice a su interlocutora, ahora en voz más baja. Se intenta convencer más bien a sí­ misma. Y procede a tratar de volver a ingresar a la reunión de Zoom de la junta directiva del colegio.

La Riva es abogada, madre de dos hijos (un varón de 17 y una mujer de 19) y además, forma parte de la junta directiva de la “Fundación Los Caminos”, fundación sin fines de lucro a la cual pertenece el “Centro de Estudios Los Caminos”, ubicado en Araure, estado Portuguesa.

La cuarentena la tomó por sorpresa, como a todo el personal docente del paí­s, y desde su inicio ha tenido que lidiar con diversos problemas en su dí­a a dí­a. El internet en la ciudad es totalmente deficiente, los cortes de luz son el pan de cada dí­a y la gasolina simplemente brilla por su ausencia.

El mí­nimo para que algo pueda llamarse “conexión de internet de banda ancha” es 4 Mbps, según la Unión Internacional de Telecomunicaciones y el director de VE Sin Filtro, asegura que “la gran mayorí­a de los venezolanos” no lo tiene, recuerda haber leí­do en un artí­culo que consiguió en Twitter el dí­a anterior.

Sin embargo, ella y los demás integrantes de la junta están decididos a terminar el año escolar con éxito. Se han propuesto resolver los problemas uno a uno.

El mí­nimo para que algo pueda llamarse “conexión de internet de banda ancha” es 4 Mbps.

Primero, virtualizaron las reuniones directivas para tratar de hacerlas con la misma regularidad. Casi todas las veces terminan discutiendo las conclusiones por el grupo de WhatsApp.

La falta de recursos afecta la educación

-Se volvió a caer el Zoom, por favor resuman por aquí­-, pide a su compañeros de trabajo.

Los profesores se horrorizaron-, agrega una alarmada a través del chat.

Ninguno tení­a los equipos propicios y menos un plan de datos móviles o WiFi que fuese capaz de soportar el uso de Classroom, la plataforma con la que el centro de estudios creó sus aulas virtuales.

-Dos docentes renunciaron-, anuncia la rectora del plantel.

-La profesora Yoselin Sandrea, dijo que se consideraba “incapaz” de continuar con el año escolar así­, indica otra de las integrantes del grupo, después de reenviar la nota de voz con la que la pedagoga poní­a fin a la relación laboral:

-Me genera mucho estrés y ansiedad, no puedo manejar las aulas a través de Classroom, hasta me subió la tensión-, explicaba consternada.

Me genera mucho estrés y ansiedad, no puedo manejar las aulas a través de Classroom

Para los que decidieron seguir laborando, resolvieron -desde la directiva- hacer lo posible por mejorarles las condiciones de trabajo.

Entregaron, a los profesores más desprovistos de herramientas, una serie de tabletas electrónicas. Para ello los hicieron firmar un contrato con ciertas condiciones.

También, procedieron a financiar el aumento de los planes de servicios telefónicos para todo el profesorado y la compra de teléfonos inteligentes para tres empleados del área directiva académica.

Asimismo, las colas por gasolina en Portuguesa son otro drama al que esta madre se enfrenta. No duran dí­as, semanas es un término más cercano a la realidad.

-Acá si no es “bachaqueada” y en dólares, la gasolina no existe-, se lamenta la abogada.

La gasolina otro elemento que escasea

La escasez de la misma afecta directamente el sistema de pagos de “Los Caminos”. El colegio se encuentra bastante a las afueras de la ciudad, lo que dificulta llegar hasta allá para cancelar las mensualidades.

A las tres, se propone acercarse hasta Las Plumas, empresa aliada de la institución, que sirve como centro de pago, para dejar los dólares en efectivo que corresponden a mayo.

Eve, sinceramente estoy a punto de sacar a Oriana del colegio, para los cinco años que tiene, no vale la pena hacer tantas tareas y quedarme despierta hasta no sé qué hora para poder mandarlas

Luego, se comunica con el grupo de entrega de útiles de su zona, que componen madres voluntarias, para devolver a cada alumno los materiales que llevó al centro de estudios a principio de año, con el objetivo de que los usen para realizar las tareas en casa.

-La situación no está como para volver a comprar todo- aclara, antes de revisar otro de los tantos mensajes que recibe, por parte de padres preocupados que recurren a ella.

-Eve, sinceramente estoy a punto de sacar a Oriana del colegio, para los cinco años que tiene, no vale la pena hacer tantas tareas y quedarme despierta hasta no sé qué hora para poder mandarlas-, le escribe Alejandra, una amiga y madre de preescolar, después de reenviarle el contacto de “una gente que supuestamente instala un internet decente”.

-Si hay luz no hay internet, porque cuando nos llega a nosotros, se le va al proveedor de señal-, comenta con expresión de agotamiento, mientras apaga el celular.

Ya al final de la tarde, cuando se sienta a descansar, derrama una lágrima a escondidas de su hijo menor. Juan Diego se gradúa este año, ya estaba todo listo para la despedida de su grupo del bachillerato, los actos planificados, el dinero recogido.

-Pero no lo vamos a dejar pasar. Algo se nos va a ocurrir-, agrega tratando de subirse el ánimo. Ahora habla de nuevo la miembro de junta directiva, que por algunos momentos se esconde tras la piel de una madre preocupada.

Sin duda, la virtualización de la educación le ha trastocado varias de las facetas de su vida. Como a muchos otros.

-Marianella, por favor, escrí­bele a la gente del internet. No creo que sirva, pero hay que probar a ver-.

*Marianella Cremi es estudiante de la Universidad Monteávila

*Fotografí­a: Cortesí­a

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