Péndulo | Teofaní­a (3)

Teofanía

Ana Carolina De Jesús.- 

Hemos estado estudiando la idea de la teofaní­a desde Escoto Erí­gena. En el último artí­culo mencionamos al Hijo como instrumento, intermediario y residente de las causas primeras Y si esto es así­, surgen algunas inquietudes.

La primera: estas voluntades divinas ¿son eternas? Dios es el único eterno. Estas causas o prototipos fueron creadas por Dios, de ahí­ su cualidad de naturaleza creada. Una vez siendo generadas y atribuidas al Hijo, que es uno junto al Padre, son coeternas. No se trata de quién vino primero: el Verbo o las causas primeras. Sin el Hijo, sin este verbo, no habrí­a acción, no existirí­a la creación. El prólogo de San Juan recalca que todo se hizo por ella. Por ende, es el Hijo quien impulsa la creación por medio del Espí­ritu Santo, quién toma estas causas dentro del Verbo y las transforma en géneros y especies. De aquí­ extraemos otra cualidad de las causas primeras: la naturaleza que crea.

La segunda inquietud que surge es la siguiente: la multiplicidad de las causas primeras, ¿involucra la multiplicidad de Dios?  Para la cristiandad, El Padre y el Hijo son una sola esencia. No lo genera. El Hijo contiene la multiplicidad de las causas primeras y de éstas brota el mundo. La expansión en Escoto ocurre en los efectos, no en el Verbo. Dios no es menos Dios al crearse en las causas y cuando éstas se esparcen en el mundo. El historiador Weinberg defiende a Escoto: la multiplicidad de las causas primordiales está en los efectos, en esas teofaní­as, únicamente para el aprecio de nuestra mente.

La tercera inquietud: si las criaturas provienen de estas causas primordiales y si éstas provienen de Dios, estarí­amos ante una idea panteí­sta. Ninguno de los historiadores niega o afirma esta postura porque en algunas frases de la obra De divisiones Naturae, pareciera orientarse a esto; no obstante, la totalidad del texto se mantiene bajo el esquema cristiano Creador-criatura.

Finalmente, la cuarta y última inquietud: las causas son semejantes a las ideas ejemplares de Platón. Sí­ y no. Sí­ lo son por cuanto el mismo Escoto Erí­gena las describe de la siguiente manera: “las causas primordiales, que los sabios divinos llaman principios de las cosas, son: la bondad en sí­ misma, la esencia en sí­ misma, la vida en sí­ misma” (“Pheriphyseon. Sobre la división de la naturaleza”, 35).

Pero a diferencia de Platón y de la imperfección del mundo, para Escoto Erí­gena, el mundo es la teofaní­a de Dios. Si es teofaní­a, si proviene de Él, no es imperfecta. Creación involucra transformación para nosotros, pero no para Dios; por tanto, las causas no son inmóviles. Dios mismo en su forma incognoscible es la causa y contenido de la creación. De aquella naturaleza que es creada y no crea habla de su teofaní­a. No crea porque ahí­, precisamente, se revela. “Para Dios, crear es revelarse”(Étienne Gilson, la filosofí­a en la Edad Media, 199).

*Ana Carolina De Jesús es profesora de la Universidad Monteávila.

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