Karla Zerpa.-
“Cerrando el año 2016, 11 mil niños murieron antes de su primer cumpleaños”, afirmó la doctora Susana Raffalli, quien denunció que la crisis nutricional en el país ha ido alcanzando dimensiones alarmantes, con cifras inimaginables que ubican a Venezuela dentro del marco de emergencia, de acuerdo con los parámetros de la Organización Mundial de la Salud. “Se están muriendo niños que pesan menos que cuando nacieron”, afirmó.
La nutricionista y asesora del programa humanitario Cáritas de Venezuela explicó que el Sistema Internacional de Clasificación y Seguridad Alimentaria (ITC) clasifica en cinco estadías el cuadro de desnutrición, las cuales van desde alarma hasta hambruna.
De acuerdo con estos parámetros internacionales la desnutrición grave aguda es la que expone a la muerte al pequeño, debido a su delicado estado de salud. El fallecimiento se produce en un espacio de seis semanas aproximadamente, luego de haber caído en este cuadro, según explicó la especialista.
Raffalli comentó en el foro Hambre, desnutrición y salud, que según las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud, cuando el 10% de los niños de un país o una parroquia presenta desnutrición oficialmente hay una crisis, y si la cifra supera el 15% se declara una emergencia.
En este sentido, recalcó que Venezuela vive una emergencia, debido a la escala de daño nutricional que presenta la población infantil. “Llegamos al nivel de emergencia por la cantidad de niños afectados y la desnutrición que ellos sufren”, aseguró la experta.
“Centenares de personas llegan a las casas parroquiales a caérsenos de las manos”, afirmó la doctora antes de recordar que Caritas tiene un programa de supervivencia infantil que está en estos espacios, ubicados en los sectores más pobres, el cual se basa en la recuperación nutricional de los niños que tienen algún daño y los que ya vienen en riesgo.
La especialista reconoció que, al poco tiempo, se registró una mejoría debido al esfuerzo por parte del Estado en la distribución de las cajas Clap, más los dos aumentos salariales, avances que se perdieron con la llegada de la temporada de lluvias que aquejó a la población con enfermedades infecciosas y diarrea, al parecer de la especialista.
La nutricionista comentó que después de pasar el umbral de crisis en febrero de 2017, entre mayo y junio nace la pendiente más preocupante, siendo una de las razones la tensión social que vivió el país durante las manifestaciones del segundo trimestre del año.
“Durante dos meses de tomas de ciudades, tuvimos que suspender las jornadas, los niños no venían, porque no podían llegar… Este nivel de protesta en calle produce un impacto profundo en la distribución del alimentos a nivel nacional, cada vez que trancamos una calle hay que pensar que se puede estar desnutriendo un niño por esto”.
Ya para noviembre del 2017 –según la nutricionista- los niveles de desnutrición se encuentran en 16%, con una tendencia promedio de crecimiento de desnutrición aguda de 1,2 a 1,5, señaló la asesora de Cáritas, quien teme que en el presente año esta escala aumente considerablemente porque “hay varios factores haciendo sinergia el uno con el otro”.
Ante este cuadro, dice de forma lapidaria: “Recuperar a un niño desnutrido y evitar que siga ocurriendo nos va a costar mucho, porque no hay con qué”.
Raffalli aseveró que el país está viviendo dos crisis en paralelo, la del sistema alimentario y la de salud, donde “ambas se están alimentando entre sí para crear una espiral de mortalidad, que ya se nos fue de las manos”.
Debido a la gravedad de la situación y a la escasez de recursos Caritas decidió enfocar su trabajo en niños menores de cinco años, “porque son los más vulnerables”, afirmó al momento de explicar que los primeros años son fundamentales en el crecimiento de los infantes, ya que lo que ocurre en esta etapa es para siempre.
En este sentido, señaló que generalmente son infantes institucionalmente muy abandonados, que todavía no han llegado al colegio y su único garante de bienestar es una familia quebrada, que se destituye, dejando a los más pequeños con sus abuelas. “El 73% de los niños que asistieron a la última jornada de Caritas los trajo una abuela”.
Entre las múltiples limitantes que afronta la ong’s con la cual colabora, una de vital importancia es el alto costo del suplemento nutricional que se entregaba para la protección de los niños, el cual tenía un precio de dos mil 400 bolívares, en octubre de 2016, y ya en enero de 2018 supera los 102 mil bolívares. “Esto ha influido en el criterio de selección de los niños que entran al programa”, reconoció la experta.
“Antes aceptábamos niños con desnutrición leve y ahora no podemos, estamos recibiendo niños con desnutrición moderada y severa, lo cual desde el punto de vista de protección nutricional es muy tardío, porque para que un niño presente esta desnutrición se necesita al menos seis semanas de hambre”, afirmó Raffalli quien aseveró que en base a la Ley de Decreto de Emergencia Económica, se deberían flexibilizar los mecanismos para hacer llegar los insumos humanitarios a las personas.
“No se nos ha dado la posibilidad de una banda de productos que sean protegidos contra la hiperinflación y que eso se pueda llevar a las parroquias más pobres”.
*Karla Zerpa es estudiante de la Universidad Monteávila