Emilio Spósito Contreras.-
Napoleón Bonaparte, de cuya muerte se conmemoran doscientos años este 5 de mayo, es mundialmente conocido por su genio militar, sus campañas en Europa y el norte de ífrica y, sobre todo, por haberse erigido como Emperador de los Franceses (1804-1814). No obstante, de sus grandes triunfos militares nada se conservó. El Congreso de Viena (1814-1815) se encargó de eclipsar los imperios y regresar las fronteras francesas a sus límites de 1789.
Pero más allá de su fama, de Napoleón pervivieron muchas de sus obras civiles, realizadas antes de su encumbramiento imperial, durante el período anterior conocido como el Consulado (1799-1804). En cinco años, el Primer Cónsul creó el Consejo de Estado (1799), el Banco de Francia (1800), las escuelas de educación secundaria o lycées(1802) y, entre otros importantes textos normativos, el Código Civil (1804) que, con actualizaciones, sigue vigente en la República Francesa y ha influenciado decisivamente todo el proceso posterior de codificación en el mundo.
Con menor suerte que el Civil, la obra codificadora de Napoleón se completó con la promulgación de los Códigos de Procedimiento Civil (1806), Comercio (1807), Instrucción Criminal (1808) y Penal (1810). Suele referirse la opinión del propio Napoleón, publicada por el marqués de Montholon (1783-1853) en Relatos del cautiverio del emperador Napoleón en Santa Elena (1847), sobre que su verdadera gloria no consiste en haber ganado cuarenta batallas, sino en haber dictado el Código civil.
Pero aun sin quererlo, de manera indirecta, los extraordinarios hechos de Napoleón: campañas, conquistas, estrategias políticas, etc. dejaron profundas huellas en países vecinos de Francia como Italia y España, o tan distantes como Brasil y Venezuela. Veamos algunos datos en cada caso:
En el marco de las campañas italianas de las guerras revolucionarias francesas (1792-1802), y teniendo como base el territorio del Milanesado, el 29 de junio de 1791 Napoleón creó la República Cisalpina que, con la progresiva anexión de estados de la península, tales comola República Romana (1798-1799) y la República Partenopea (1799), se proclamó la República Italiana (1802-1805) y, finalmente, el Reino de Italia (1805-1814). La experiencia de la reunificación italiana y elementos simbólicos como la bandera tricolor son obras de Napoleón.
Con la excusa de tomar Portugal, aliada de los ingleses, Napoleón negoció con España en Fontainebleau la repartición del territorio lusitano, para lo cual una fuerza de 100.000 soldados cruzó la península y, aprovecharon la ocupación de ciudades como San Sebastián, Pamplona, Burgos, Salamanca o Barcelona, también invadieron España. Ello llevó a la coronación de José Bonaparte (1768-1844) como Rey (1808-1813) y a que; no obstante, la resistencia del pueblo, se crearon expectativas de políticas reformistas, v. gr., el Estatuto de Bayona (1808), la primera constitución escrita de España.
La referida invasión de Portugal, que se concretó con la entrada de Napoleón en Lisboa el 1º de diciembre de 1807, llevó a la familia real portuguesa, junto a un séquito de unas 15.000 personas, a huir a Río de Janeiro, en Brasil. Desde suelo americano, monarcas de la casa de Braganza como Juan VI o Pedro IV fueron soberanos de un reino europeo. El 7 de septiembre de 1822, Pedro IV declaró a Brasil independiente de Portugal y el 12 de octubre siguiente, se proclamó Emperador de Brasil. A Pedro I le sucedió su hijo Pedro II (1825-1891), derrocado en 1889 por los terratenientes opuestos a la abolición de la esclavitud, de la que el emperador y sobre todo su hija, Isabel de Brasil (1846-1921), fueron fervientes promotores.
Finalmente, en el aludido Estatuto de Bayona, José Bonaparte se tituló “Rey de las Españas y de las Indias” (Preámbulo); estableció que los reinos y provincias españolas de América y Asia gozarían de “los mismos derechos que la Metrópoli” (artículo 87); así como proveyó que un diputado de las Cortes representara la Provincia de Venezuela (artículo 92). En paralelo, la resistencia española a los franceses, estableció antes una Junta Suprema Central y Gubernativa del Reino (1808-1810) y después, tras la casi ocupación completa de España, un Consejo de Regencia de España e Indias (1810). El rechazo de este último, dio origen en Caracas al movimiento del 19 de abril de 1810 y, a la postre, a la creación de la República de Venezuela.
*Emilio Spósito Contreras es profesor de la Universidad Monteávila