El virus más peligroso

Willmar Tarazona.-

Estamos en tiempos difí­ciles. La humanidad sufre una pandemia que parece no tener fin en el corto plazo. La palabra virus – y más especialmente coronavirus – es hasta objeto de censura para los youtubers crí­ticos a las torpezas de la OMS en la prevención y atención a la alerta global.

Y es que enfrentamos más que un virus global – y no me refiero a las variantes del covid-19 y la llegada de Omicron -. Tenemos una pandemia informática aún más peligrosa liderada por uno que supera a cualquier troyano: el letal virus de la desinformación.

Éste es capaz de viajar más rápido que cualquier otro, cambiar patrones de conducta y hasta causar colapsos financieros o de orden social. En data reciente lo vimos con el caso de George Floyd en 2020, etiquetado por la gente como un crimen de odio por parte de la policí­a desde el primer momento en las redes sociales, derivando en protestas y violencia en varias ciudades en los Estados Unidos y luego con una importante influencia en los resultados de las elecciones presidenciales seis meses después.

Con el anuncio de la pandemia de covid-19, aquel fatí­dico 11 de marzo de 2020, los fake news se adueñaron de la escena, aprovechando el caldo de cultivo que generó el silencio oficial de las autoridades sanitarias globales y locales durante los primeros meses de la crisis.

La desinformación sobre ciencia y salud ha existido siempre, no es una novedad. Ya pasó con los casos de los negacionistas del cambio climáticos, los grupos antivacunas y las llamadas dietas milagros. ¿Pero por qué esta vez es diferente?

Los verdaderos expertos en virologí­a del mundo, no solo se vieron sorprendidos casi de la noche a la mañana por el potencial contagioso del virus chino, sino que además fueron totalmente marginados y abrumados por los llamados “expertos del teclado”, que lejos de aportar investigación cientí­fica juegan aún hoy a ser “virales” con un único fin: mayor alcance global.

Esta situación derivó en una carrera contra el tiempo entre los virólogos para dar algunas respuestas con basamento realmente cientí­fico. Pero estaban – y siguen estando – en franca desventaja ante el poder mediático de los influencers, los medios y los desinformadores de oficio.

Pero aquí­ entra un enemigo silencioso que la mayorí­a no nota: el algoritmo. Recordemos el documental en Netflix “El peligro de las redes sociales” – si aún no lo has visto es el momento -, donde se desentrañan el funcionamiento de estos desarrollos informáticos para influir en lo que ven o no los usuarios en los social media.

Y allí­ es donde los desinformadores de oficio les ganan la partida a los medios y a los influencers de lista blanca. Entre más polémico sea el contenido más visualizaciones e interacciones tendrá.

Los algoritmos, como el de Facebook, Instagram, YouTube o Twitter calculan en base a números, no en base a intenciones. En términos simples: es una lucha entre las variables cuantitativas y las cualitativas, donde esta última no tiene oportunidad.

La mayor exposición en el timeline de los usuarios de estas informaciones “populares” tiene implí­cita una mayor recordación, calando en la memoria a corto plazo e influyendo en la percepción de la realidad, convirtiendo mentiras en verdades – el sueño del nefasto nazi Joseph Goebbels.

Entonces cabe la pregunta, ¿cómo luchamos contra este virus que agudiza la crisis?

No solo las autoridades tienen que replantearse la comunicación para hacerla eficaz en este escenario, comprendiendo al público y sus necesidades de disminuir la ansiedad con certezas, dándoles informaciones fáciles de comprender y aplicar en la vida diaria. 

Pasa también – y en mayor medida – porque los ciudadanos sean capaces de discernir al momento de recibir información por WhatsApp, Telegram o cualquier otra red social. Y esto solo es posible con una mejor educación, que impulse el desarrollo del sentido común y a no dar por descontado que todo lo que recibimos es verdad.

Establece criterios, indaga, no asumas y desde tu rol como próximo comunicador social – o simplemente como un buen ciudadano – ayudarás a cambiar esta realidad.

* Willmar Tarazona es coordinador del postgrado Periodismo Digital de la Universidad Monteávila

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