Rodolfo Bolívar.-
Lo volátil, lo permanente, lo que hoy está y luego no, la vida y la muerte, los ciclos naturales, tiempos de constante cambio. Un cambio que a veces nos paraliza, nos asusta, nos detiene, o nos toma de improviso y no sabemos cómo responder, sucesos a nuestro alrededor que nos quitan la tranquilidad o nos llevan a perder el supuesto control de nuestras vidas.
Para los seres humanos es importante la predicción, saber que va a pasar, desde que somos niños deseamos anticiparnos a los acontecimientos, saber que va a pasar, con ello tratamos de tranquilizar nuestros sentidos, nuestras facultades siempre dispuestas a hacer frente a una vida que podemos poseer, en su total significado. Sin embargo, la vida no es constante, tiene altibajos, ofrece aciertos y desconciertos, felicidad y dolor, amor y miedo.
El miedo al cambio es común, la ansiedad nos transforma y es producto de una emoción natural humana, es un estado de defensa, la inquietud se profundiza cuando se hace un estado permanente y deteriora nuestra calidad de vida al convertirse en un miedo constante y nos coloca en alarma a cada instante.
Debemos hacer cambios que sumen, afrontar nuestros miedos y no oponer resistencia ante las situaciones que nos descoloquen, es una oportunidad de crecimiento, san Juan Pablo II en uno de sus primeros actos públicos como sumo pontífice de la Iglesia Católica nos invitaba a ‘no tener miedo, a no tener miedo de seguir a Jesús’ y es un mensaje que podemos extrapolar por completo a nuestras vidas, mas allá de un compromiso de apostolado o de imitación de Cristo, es el hecho de entender que el miedo que nos paraliza debe eliminarse de nuestras vidas y de ser patológico pues hay que considerar buscar ayuda profesional.
Pero en cuanto al miedo que nos envía señales a nuestro cuerpo, que nos limita o que nos detiene en la toma de decisiones, ese debemos asumirlo como parte común de nuestra propia naturaleza y enriquecernos en la superación de cada situación que nos tambalea un poco nuestra vida, sea una pandemia, un cambio de trabajo, una evolución en la familia, una pérdida de algún ser querido, un nuevo reto profesional o una nueva situación socio-económica.
Debemos confiar, el cambio es parte de nosotros y la incertidumbre que a veces genera debemos canalizarla desde nuestras facultades superiores, no es tarea fácil, pero es un compromiso que debemos asumir con nosotros, con nuestro entorno y con Dios.
Rodolfo Bolívar es profesor de la Universidad Monteávila @rodolfo_bolivar_