Fernando Vizcaya Carrillo.-
La gran cantidad de informaciones que nos llegan por distintas vías, y la manera en que son recibidas, producen una suerte de ansiedad y de expectativas, que pueden generar una especie de obstáculo para un aprendizaje real y positivo ante lo que nos pasa.
Las sociedades que tienen un nivel adecuado de enseñanza y de sensatez en sus leyes producen disposiciones para el avance real del pueblo al que están gobernando. Ellos deciden con esas disposiciones, el futuro de esa población.
La Educación en el contexto del siglo XXI es uno de los temas más controversiales que ocupa a la humanidad, sobre todo desde la declaración de pandemia por parte de la Organización Mundial de la Salud, OMS.
Desde la educación inicial hasta los niveles universitarios se han visto impactados con nuevas formas y métodos de recibir e impartir conocimiento, ya que tradicionalmente la transmisión de conocimiento se ha llevado a cabo de manera presencial, razón por lo cual el nuevo ordenamiento del sistema educativo se ha reconfigurado a la modalidad virtual del proceso. Imponiendo así el uso de las nuevas tecnologías.
En virtud de lo anteriormente expuesto, es preciso formular ciertas hipótesis que a partir del enfoque de la educación tradicional constituyen elementos que se consideran paradigmas tradicionales que necesariamente deben ser estudiados y reformulados a propósito de una educación al servicio de la humanidad; es decir, una educación de utilidad para la vida, el progreso y el desarrollo no sólo material, sino espiritual, mental en armonía y equilibrio con el entorno (Dewey).
Dewey plantea que la educación debe partir en función de la utilidad humana, donde el ser humano no se convierta en máquina autómata para la realización de sueños ajenos de una minoría.
Es por ello que considero que el precedente marcado por este importante pensador norteamericano, indica que las condiciones pueden favorecer el crecimiento de la persona y no solo su adaptación al medio.
Desde mi perspectiva, considero que en Venezuela contamos importantes aportes con pensadores quienes hicieron significativos aportes, como lo fueron Andrés Bello, Mario Briceño Iragorry, Arturo Uslar Pietri, entre otros, quienes aportaron consideraciones acerca de la educación liberadora del ser.
Rodríguez consideraba que para la educación no había edad, lugar ni tiempo que obstaculizara los procesos de enseñanza como de aprendizaje. Por otra parte, Prieto Figueroa reivindica al espíritu del aprender mediante una educación menos rígida pero afianzada en valores y principios humanos.
Por lo tanto, estos referentes son concordantes y pienso que son criterios que progresivamente están cobrando cada vez mayor espacio en nuestras sociedades.
Dewey señala de manera categórica que es casi imposible la separación de los elementos activos y pasivos de la educación; es decir, consideraba que el espíritu de cada persona está proporcionalmente vinculado al cuerpo físico que es el que se encuentra presente en la adquisición de conocimiento.
Sin embargo, lo determinante que diferencia la realidad cognitiva que es palpable mediante los sentidos que interconectan al hombre con el exterior y este elemento es muy importante en la formación intelectual, por medio del pensamiento consciente cada individuo nos permite identificar de manera más clara la idea de Hannah Arendt acerca de las percepciones, que desde lo individual se percibe como realidad y esta a su vez se termina convirtiendo en realidad o apariencia colectiva.
Estos son aspectos importantes para analizar serenamente la influencia de la frase falaz: “Las tecnologías llegaron, para quedarse”. La trasmisión de conocimientos no es Educación, es repetición de datos y eso, sin la debida conjunción de esfuerzo motivador, y la exigencia a través de afectos, convierte ese sistema en un engaño que puede ser una realidad trágica en poco tiempo, al analizar sus resultados.
Arendt cuestiona sobre el enfoque del pensamiento existencialista asegurando que “dilucidarsi el pensamiento y las otras actividades mentales, igualmente invisibles y silenciosas, pueden aparecer o si, después de todo, nunca pueden encontrar un lugar apropiado en el mundo.
Arendt (Entre el pasado y el futuro, 1958) nos señala también que la coexistencia del trinomio alma, mente y espíritu es lo que podemos interpretar como el equilibrio del crecimiento del ser, por lo cual podemos tener una idea aproximada de la teoría que sostiene esta importante pensadora, sobre el concepto de Educación.
*Fernando Vizcaya es profesor de la Universidad Monteávila