EDITORIAL | Puntos suspensivos…

Según las cifras oficiales ya 17.1 millones de personas han resultado afectadas por el covid-19, cerca de 700 mil han fallecido desde que comenzó esta pandemia en el mes de diciembre en la ciudad de Wuhan, China, situación que ha obligado a tomar medidas extremas en un intento, casi desesperado, de protección.

El virus llegó a Venezuela el 13 de marzo y de inmediato privó el temor, el encierro y; por ende, la paralización. Los últimos meses el gobierno nacional ha tenido que extremar medidas, algunas muy cuestionadas por organismos de derechos humanos, para limitar la movilidad de las personas y evitar un despunte de las cifras de contagios en el paí­s.

Desde entonces, la casa, la distancia, la nueva normalidad han generado en muchos una sensación de paralización, de stand-by. Hasta los actos de graduación de este año quedaron suspendidos, a la espera de una reactivación que no tiene fecha ni hora en el calendario, como marca la canción de Simón Dí­az. Los tí­tulos por el momento están congelados en el tiempo, mas no los conocimientos y las destrezas ya adquiridas.

Los dí­as se cuentan y hay que realizar pequeños o grandes esfuerzos para ubicar la fecha exacta. Ya poca diferencia implica un viernes, un domingo de un lunes. La casa se ha convertido en el epicentro de toda actividad, en muchos casos.

La dinámica, como nunca antes, está marcada por el interés y el impulso de cada persona. El empuje, en medio de las desoladoras consecuencias, no solo sanitarias, económicas y sociales que deja el covid a su paso, es fundamental para marcar el camino y no caer ante la incertidumbre y la nostalgia.

Este año muchos conocieron la educación a distancia, alcanzaron grandes metas a distancia, continuaron o emprendieron proyectos a distancia, marcaron nuevas pautas o caminos a distancia, se redefinieron a distancia, crecieron a distancia, descubrieron que a distancia también se puede y en ningún contexto virtualidad es sinónimo de claudicar.

El avance, a distancia, contradice cualquier vestigio de paralización, porque ni un virus que ha sido capaz de afectar a todo el mundo, de oriente a occidente y de norte a sur, tiene la capacidad de frenar las intenciones, los sueños y las ganas. El trabajo y la entrega no pueden limitarse, por adversas que sean las circunstancias.

Algunos de los jóvenes de 5to año de la Universidad Monteávila celebraron su no graduación con espléndidas publicaciones en sus redes sociales, con importantes y sentidas reflexiones sobre el camino que marcan sus pasos y hacia dónde los dirigen, reconociendo su responsabilidad y el papel que como profesionales les tocará asumir en esta golpeada Venezuela, porque si hay algo que tampoco para son las crisis, sobre todo si no encuentran tratamientos oportunos.

En Venezuela, como en pocos paí­ses, no hay espacios para paralizaciones de ninguna í­ndole, desde distintas trincheras hay que continuar avanzando y creciendo, fortaleciendo conocimientos, preparando nuevos caminos en post de encontrar salidas que impliquen desarrollo, avance, soluciones.

De la mano de los jóvenes continuará la profesionalización, el crecimiento y el despunte de futuros prometedores. La educación a distancia, el camino a distancia, sigue siendo una realidad con tiempo indefinido, pero -mientras llega el reencuentro- el crecimiento será el punto en común; por eso las actividades de reinicio ya tienen fecha y el camino marcado.

En septiembre la luz seguirá marcando la oscuridad, gracias al empeño de todos, desde sus distintos espacios, lidiando con sus limitaciones, que no son pocas, en procura de ganarle una a la crisis. 

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