“Quizá sea la comunicación intergeneracional la que nos conduzca a la democratización de Venezuela”

Francisco Febres-Cordero.-

Muchas gracias por estar aquí­ con motivo del comienzo del año académico 2019-2020 con la disertación del Dr. Mora en torno a la comunicación. Para la Universidad Monteávila es un tema de vital importancia ya que tenemos como objetivo estratégico el mejoramiento de nuestras comunicaciones internas y externas para lograr una proyección más efectiva de nuestro proyecto institucional.

Antes de darle la palabra al Maestro Juan Manuel Mora permí­tanme hacer una breví­sima reflexión en torno a la significación del acto y del tema que hoy nos congrega.

El año pasado, la Facultad de Ciencias de la Comunicación e Información me invitó a dictar las clases de “Realidad y Conocimiento” y de “Antropologí­a Filosófica” a un grupo del primer y segundo semestre de Comunicación Social. Este año ha sido la Facultad de Ciencias Jurí­dicas y Polí­ticas la que me ha invitado a dar la materia de “Introducción a la Filosofí­a del Derecho”. Son clases generales que buscan enseñar y afirmar la realidad metafí­sica, la dignidad del hombre y el conocimiento de la verdad y el bien a los que inician sus estudios universitarios.

Además de estas clases, este año he mantenido conversaciones con algunos estudiantes de Comunicación Social interesados por el cine, la escritura creativa de guiones y la producción cinematográfica.

Todo esto ha sido un reto intelectual porque me ha planteado el asunto metodológico y didáctico de darle clases de filosofí­a a millennials y a postmillennials. Jóvenes con un profundo sentido de la libertad, abiertos a la solidaridad y a los temas del desarrollo sostenible en sus tres dimensiones (el progreso material, el desarrollo social y el cuidado del medio ambiente). Una generación con un pensamiento crí­tico desconcertante, ya que la tí­pica posición contestarí­a de la juventud se ve matizada por una crí­tica sin la reflexión serena, colocando la interpretación de la realidad bajo sospecha. Sus narrativas generacionales no se argumentan desde la fuerza de la verdad y del bien como trascendentales. Más bien sus relatos son inspirados y sostenidos desde la emotividad y la experiencia estética. Es una generación realmente interesante que nos obliga a conocerlos y a abrirnos a horizontes nuevos en la compresión de una nueva antropologí­a cultural y la ética.

Son hombres y mujeres jóvenes, netamente comunicadores, y que nos han convertido en comunicadores. Hoy en dí­a, de alguna manera todos ejercemos el oficio de comunicadores. Una comunicación en donde las formas estéticas se identifican prácticamente con los contenidos de fondo, de manera tal que el discurso presenta y representa a tres categorí­as esenciales: el ser, el tener y el aparecer.

Es así­ que cada vez que comienzo mis clases les doy cinco recomendaciones que considero fundamentales para lograr pensar de manera serena y efectiva:

– Tener experiencias prolongadas de silencio.

– Desconectarse del mundo digital en algún momento del dí­a.

– Trabajar para lograr el hábito de la lectura.

– Dormir con el celular apagado.

– Leer El principito.

Dentro de este marco de antropologí­a cultural, hoy en dí­a en Venezuela vivimos la grave crisis polí­tica, social y económica que todos conocemos. Crisis que busca soluciones para la reinstitucionalización del paí­s bajo las premisas de la verdad -el reconocimiento de la verdad-, para que todas las partes involucradas puedan sentarse a conversar y ponerse de acuerdo para plantear y acordar soluciones.

Y es así­ que me pregunto: ¿Nuestra actual situación, no tendrá su origen en la crisis contemporánea metafí­sica de la verdad y del bien? ¿Nuestra incapacidad de conseguir soluciones en y para el bien de la polis, no será producto de que como ciudadanos carecemos de las competencias necesarias para lograr una comunicación efectiva, realizada en y desde la verdad? ¿Nuestra desintegración como paí­s no tendrá que ver con que no nos reconocemos como hombres y mujeres libres, racionales, con capacidad de verdad y de bien de naturaleza relacional y dialógica?

No lo sé. Serí­a arriesgado afirmarlo categóricamente, pero creo que la respuesta nos la pudieran dar los millennialas y postmillennias que desde la experiencia estética de las cosas bellas y bien hechas, se abren admirados al misterio de la verdad y del bien. Quizá sea la comunicación intergeneracional la que nos muestre y nos conduzca a la democratización sólida de nuestra querida Venezuela.

*Francisco Febres-Cordero es rector de la Universidad Monteávila.

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