Ariana Contreras.-
«Sabes, mi padre solía decir, hagas lo que hagas, hazlo al 100%. Cuando trabajes, trabaja. Cuando te rías, ríete. Cuando comas, come como si fuera tu última comida”
Raras veces se estrenan películas en las que toda la sala del cine se encuentre riéndose en las mismas escenas al unísono, Green Book logra perfectamente esto. Basada en hechos reales, la película cuenta la historia de cómo en 1962 el pianista afroamericano, Don Shirley, contrata a un problemático italoamericano, Tony Lip, para que sea su chofer y guardaespaldas durante una gira por el sur de Estados Unidos.
La segregación racial era lo normal para la época y, es por ello, que se ven obligados a utilizar una guía llamada El Libro Verde del Motorista Negro (o Green Book), durante todo su viaje por carretera.
Bajo el lente de Peter Farrelly, Green Book se aleja de sus trabajos anteriores como director en There’ssomething about Mary y Dumb and Dumber, y aun así logró encontrar la forma adecuada para contar esta historia, que ha sido ganadora de tres Golden Globes y 3 Premios Oscar: Mejor Película, Mejor Actor Secundario para Mahershala Ali y Mejor Guion Original.
Los actores Viggo Mortensen (The Lord of theRings) y Mahershala Ali (Moonlight) fueron los encargados de darle vida a los protagonistas. Su química en la pantalla recuerda mucho a la amistad que se forma en la película The Intouchables. Las personalidades de los personajes quedan muy bien reflejadas gracias a sus actuaciones y, al final de la película, extrañarás escuchar la picardía de Tony y los consejos refinados de Don.
Entre ambos artistas se destaca la interpretación de Viggo, quien logra aportar la autenticidad necesaria para conmemorar al verdadero señor Vallelonga, con su acento italiano y del Bronx, su imagen robustay, su carisma. La relación que se desarrolla entre ambos personajes y cómo estos deben superar diferencias personales durante el viaje, es agradable de ver en escena.
El guion en manos de Brian Hayes Currie (Armageddon) y Nick Vallelonga (hijo del verdadero Tony Lip) es un trabajo para aplaudir y el elemento que más destaca de la película. El humor que impregna cada escena, sin dejar de lado un tono dramático, hace de la película un viaje divertido, tranquilo y ameno de dos horas.
Green Book es uno de esos filmes que tienen la fórmula perfecta para ser éxitos, sin que hayan escenografías o vestuarios ostentosos: la ciudad que todos aman (Nueva York), música, un viaje por carretera, amistad, un tema de interés social y diversidad en la pantalla a través de personajes auténticos, son la combinación ideal para quien le guste una gran audiencia.
Eso resume bien de lo que trata Green Book. No es una película con la que aprenderás del racismo en Estados Unidos más allá de lo que ya sepas, no es una película donde el trato hacia la gente de color se representa de forma fidedigna, pero definitivamente es una película para reírse por las ocurrencias de sus personajes y conectar con sus historias.
Hay veces que las películas no tienen que representar la realidad de una forma tan real, y eso está bien. Green Book es una de esas películas que disfrutas por las emociones que suscitan en ti, y no tanto por la “autenticidad de los hechos”. Películas así invitan a los espectadores a estar de buen humor y te deja con ganas de verla otra vez después de que termina. Sencillamente, Green Book aplica el dicho de “menos es más”, pero no cuando se trata de sacarle una sonrisa a las personas.
* Ariana Contreras es estudiante de la Universidad Monteávila