Sabrina Machado
Con el reto de la renovación curricular, de la semestralización y de la crisis migratoria, la Universidad Monteávila celebra 20 años del decreto fundacional, que le permitió acoger, un año después, a las futuras generaciones del país, en sus respectivas aulas de clases.
Si bien es cierto esta casa de estudio ha crecido en el marco de una crisis social, política, económica, cultural, institucional, que cada vez se acentúa más, como reconoce su rector, Francisco Febres-Cordero, también es cierto que continúa en su apuesta por Venezuela, por el futuro, por la reconstrucción.
Febres reconoce que la Monteávila va a su propio ritmo, sin carreras, con prudencia, en procura de consolidar el proyecto fundacional, que es ir hacia una comunidad de saber, de personas que buscan la convivencia justa, aportar al bien común de la sociedad, desde distintos ámbitos
“Tenemos que ir hacia lo que quisieron los fundadores con un sentido siempre de renovación, modernidad y revisión; hacia el amor; la sabiduría; el sentido de transcendencia, la formación en competencias rigurosas para la vida profesional; el saber vivir en libertad, hacia allí tiene que ir la universidad en un marco de crisis muy complejo, esto hay que pensarlo, creérselo, trabajarlo”, afirmó Febres.
¿Cómo evalúa la evolución de la universidad en 20 años que no han sido sencillos para el país?
El rector anterior, Joaquín Rodríguez, me dijo una vez: ‘la universidad se planificó para que sus protagonistas y actores actuaran en un escenario distinto’, y ese escenario es el de la crisis. La universidad ha crecido siempre en crisis y eso la hace, de alguna manera, actuar de una manera determinada. Eso nos permite estar más preparados para mejores escenarios.
Si somos optimista esos nos hace más versátiles, porque somos un equipo que trabaja en tiempos de crisis, pero si vamos al tema país y al sistema educativo es muy preocupante. El tema educativo ha sido muy vapuleado, en todos los ámbitos, a nivel de educación pública, privada, superior. Las universidades venezolanas han salido de todos los ranking internacionales, cuando eran referencias.
Ahora enfrentamos el problema de la migración, si el país se está quedando solo, las universidades también se están quedando solas.
Los estudiantes no tienen sus prioridades en el país, ¿cómo hacer para hacerlos sentir en su casa?
El problema no es la universidad, es el país que no da esperanzas, no les da oportunidades de desarrollo. La universidad es una institución que forma parte del país y, por ende, participa de esa crisis.
La universidad tiene que lidiar y establecer metas altas a la juventud que entra en ella, pero, siendo realista, la universidad no puede dar un optimismo ingenuo, tiene que dar un optimismo realista, generarle a los estudiantes las competencias necesarias para superar la crisis, pero detrás de cada estudiante hay un drama humano, una historia humana y la universidad no puede asumir el drama personal de cada persona, tiene que contar con ello.
Mientras hay universidades con números en rojo, la Monteávila tuvo una buena convocatoria este año académico
Hay que mirarlo con visión de conjunto. La universidad, dentro del sistema educativo, subió unos números y eso nos alegra, porque hemos trabajado para ello, pero desde el 2015 la tendencia ha sido hacia la baja. Tenemos la propuesta semestral y de cuatro años, opciones que atraen, pero también es verdad que la principal universidad del país, la UCV, orgullo de académicos, está golpeada.
La migración de estudiantes no se debe a un crecimiento general, cualitativo y cuantitativo de la universidad venezolana, de la cual formamos parte, lo que nos pone en frente de índices muy preocupantes.
Si vemos el fenómeno a nivel universitario, a nivel del sistema de educación superior, hemos tenido una baja en postgrado, porque los post grado a nivel nacional han bajado, la oferta no ha sido renovada a nivel de autoridades y la gente no tiene a veces para pagarlos, porque las prioridades son otras.
Otra cosa que debe trabajar la universidad es el tema laboral, porque la universidad tiene que responder a las exigencias del sector laboral y el sector laboral se tiene que nutrir de las ofertas de la universidad, pero el sector laboral también está en crisis.
Son ya 20 años con una oferta académica propia, ¿cómo se traduce esto?
Cada vez vemos a más estudiantes egresados de la Monteávila en distintos ambientes a nivel nacional, y la migración ha forzado que se vayan y empiecen a destacar afuera, es una transformación en la persona, porque la universidad, de alguna manera, no solo aporta en las competencias profesionales, sino en la transformación trascendente de la persona, es muy difícil cuantificar el trascender de la persona. En 20 años, dentro de una universidad pequeña, que cada vez se va proyectando más, el balance siempre en muy positivo.
La universidad tiene un corte humanístico, es un carácter diferenciador, además está la pretensión de desarrollar una filosofía personalizada. En sus idearios, la Monteávila es una universidad no de alumnos sino de profesores, porque los docentes deben tener una formación permanente que mejore su trabajo, que genere una comunidad identificada con unos valores, que, a su vez, forje sentido de identidad, que será transmitido a los estudiantes
¿Hacia dónde va la Universidad Monteávila?
No es hacia dónde vamos, si no a qué velocidad vamos. Vamos a una velocidad propia de una institución que está pensada para que dure años, una velocidad prudente que busca la consolidación de un proyecto. Tenemos que ir hacia una comunidad de saber, de personas que buscan la convivencia justa, aportar al bien común de la sociedad, desde distintos ámbitos.
Tenemos que ir hacia lo que quisieron los fundadores con un sentido siempre de renovación, modernidad y revisión; hacia el amor; la sabiduría; el sentido de transcendencia, la formación en competencias rigurosas para la vida profesional; el saber vivir en libertad, hacia allí tiene que ir la universidad en un marco de crisis muy complejo, esto hay que pensarlo, creérselo, trabajarlo.
*Sabrina Machado es directora de Pluma
*Video Mary Ann González, estudiante de la Universidad Monteávila