Felipe González Roa
La situación de derechos humanos en Venezuela es preocupante. Entre tantos problemas que hoy afectan al país conviene recordar que la raíz de toda esta tragedia se encuentra en el desconocimiento sistemático de las garantías que nos deberían proteger como ciudadanos.
En su reciente informe anual, publicado hace un par de semanas, la organización no gubernamental Provea destacó que en el 2017 registraron los peores indicadores en materia de derechos humanos desde 1989, año en el que inició sus estudios sobre el tema.
Que una agrupación como Provea, una de las más prestigiosas y serias ONG del país, realice este tipo de afirmaciones es, indudablemente, motivo de preocupación. Por supuesto, no tanto por la aseveración en sí sino por lo que refleja: Venezuela atraviesa una de las etapas más oscuras de su historia.
“En Venezuela formalmente no hay un conflicto armado ni una guerra, pero hay tantas víctimas como si lo hubiera. La emergencia humanitaria compleja, la violencia institucional y la inseguridad han convertido el derecho a la vida en el derecho más violentado. Personas cuya salud se deteriora irreversiblemente por hambre y falta de medicamentos, por no recibir atención médica oportuna y adecuada, por la violencia institucional bajo la modalidad de ejecuciones policiales o militares, así como por el uso excesivo de la fuerza y muerte por la acción de la delincuencia”, indicó la ONG durante la presentación del informe.
Estos son los problemas que hoy aquejan a los venezolanos. Conviene no olvidarlo. Es importante tenerlo presente siempre, tanto para buscar una solución como para exigir responsabilidades a aquellos que han propiciado esta miseria que tanto daño a hecho al pueblo.
El informe anual de Provea recordó que hace dos años advirtió que el gobierno de Nicolás Maduro se encaminaba hacia una situación de exclusión en lo social y en lo político, afianzando las desigualdades, aumentando la discriminación y reduciendo el derecho a la participación.
Lamentablemente los hechos dieron la razón a la agrupación. El panorama hoy no luce prometedor. Al contrario, los derechos humanos en Venezuela solo se mantienen en los discursos, en las arengas de aquellos que han hecho del cinismo y de la hipocresía una forma de hacer política.
En su informe anual Provea aseguró que la respuesta de Maduro fue “asumir una actitud indolente ante el sufrimiento, ordenar a sus fuerzas militares y policiales recurrir al uso excesivo de la fuerza ante la protesta social, y afianzar su dictadura imponiendo por vía fraudulenta una asamblea nacional constituyente que desconoce la Constitución”.
¿Y la respuesta de los ciudadanos? Esa es la pregunta que hoy nos deberíamos hacer todos. El primer paso, por supuesto, debe partir no solo del reconocimiento de la precaria situación del país sino de la reivindicación de los derechos que hoy están extraviados.
Solo a partir de la recuperación de nuestra dignidad, no solo como ciudadanos sino también como seres humanos, es que podremos empezar a rescatar a Venezuela del foso en el que se hunde hoy en día.
*Felipe González Roa es director de la Escuela de Comunicación Social de la Universidad Monteávila.