Felipe González Roa.-
Como todo país moderno la sociedad venezolana presenta una serie de características que pueden (y deben) ser analizadas desde el método científico para poder ser diagnosticadas y abordadas con precisión y eficiencia.
También hay que tener en cuenta que, si bien algunas veces presenta características similares a otras latitudes, exhibe sus propias particularidades, por lo que cualquier estudio que se haga de la situación del país debe concentrarse en sus propias experiencias y no limitarse a aplicar modelos que fueron implementados (seguramente con éxito) en otros pueblos.
El método científico puede proponer los pasos para llevar a cabo una investigación rigurosa, empírica y verificable, pero no el objeto de estudio ni la manera de manejarlo. Es decir, brinda el esbozo general pero corresponde a cada investigador elegir las singularidades correctas y la aplicación ideal para la realidad que está frente a sus ojos.
Muchos de los fracasos de las medidas que se han intentado aplicar en Venezuela se han debido a la intención de implementar, sin mayor procesamiento, modelos que no responden a las necesidades reales de la población.
Quizá uno de los ejemplos más patentes fue el llamado Plan Bratton, programa de seguridad ciudadana que en el año 2000 quiso aplicar en Caracas el entonces acalde mayor, Alfredo Peña, basado sobre las recomendaciones hechas por el ex jefe de la policía de la ciudad de Nueva York, William Bratton.
El plan consistía en una serie de medidas a corto, mediano y largo plazo (bajo el lema “cero tolerancia”) que debían ser puestas en marcha en conjunto para en un tiempo razonable abatir los altos índices de inseguridad que abrumaban (y aún abruman) a la capital venezolana. Pasos que rindieron frutos para dominar el hampa en la urbe neoyorkina, la cual pasó de ser una de las más violentas de Estados Unidos a convertirse en una de las más seguras.
Las acciones llevadas a cabo en Nueva York no fueron improvisadas y respondieron a un análisis científico de las condiciones de la ciudad. Sin embargo, posteriormente pretendieron ser desarrolladas en Caracas pero sin tomar en cuenta las particularidades propias de los venezolanos, desde distribución demográfica, nivel cultural, tradición policial y condiciones políticas.
Finalmente, y a pesar de haber sido un espléndido esfuerzo de análisis científico, el Plan Bratton fracasó.
Y aquí está tal vez la principal diferencia entre la utilización del método científico para analizar procesos propios de las ciencias naturales en contraste con su empleo para estudiar fenómenos sociales.
En las ciencias naturales los investigadores se enfrentan a fenómenos más estables, que se reproducirán con casi las mismas características independientemente del contexto que las pueda rodear. Es decir, la gravedad ejerce la misma fuerza en los cuerpos bien sea que se encuentran en Caracas o en Nueva York; la tierra gira a la misma velocidad en el eje del sol así se analice desde la capital venezolana o en la gran urbe norteamericana.
No ocurre así con las ciencias sociales, en este caso con las ciencias políticas. Cada sociedad, así como las personas, tiene características propias que deben ser tomadas en consideración a la hora de plantear una investigación científica.
Hay ciertos factores externos, como el nivel educativo y los conflictos de poder, que deben ser muy tomados en cuenta a la hora de analizar un fenómeno. De lo contrario, se puede terminar con un rotundo fracaso a pesar que, sobre el papel, el método científico haya sido aplicado con total pulcritud.
*Felipe González Roa es director de la Escuela de Comunicación Social de la Universidad Monteávila