Roxgeilys Achique.-
La verdadera legitimidad es el aval que se tiene para llevar a cabo diferentes acciones. La legitimidad política se basa en la aceptación voluntaria del gobierno por parte de la población. Un poder que sea reconocido como legitimo gozara de la aceptación y seguimiento de sus políticas. Mientras que el que no, hace cumplir sus órdenes de manera coercitiva lo que se da principalmente por la imposición de la voluntad del Estado, característica típica de los regímenes autoritarios y dictatoriales.
Se puede legitimar el poder de manera directa e indirecta, la forma directa es a través del ejercicio del sufragio; la indirecta es de carácter más informal. Esta se desarrolla a través de la interacción social que se aplica en sectores de la sociedad para ganar su favor a través de discursos o promesas, lo que es definido por al autor Max Weber como legitimidad carismática, la cual se desgasta rápido y está muy presente en el populismo, tendencia política que se caracteriza por el deseo del acceso al poder por procurar un bien particular y no el bien común.
Por otra parte, la legitimidad jurídica trata sobre seguir las disposiciones de la ley. Y al quebrantarse estas, también la legitimidad. Pero dicha Ley ha de seguir los requisitos propios para gozar de legitimidad. En Venezuela la propuesta legislativa deberá ser discutida en el seno de la Asamblea Nacional, posteriormente aprobada, revisada por la comisión pertinente y posteriormente se lleva a cabo una segunda discusión, si es aprobada es enviada al Poder Ejecutivo para su promulgación en Gaceta Oficial, así lo indica el 205 al 2015 de la Constitución venezolana.
Ahora bien, el domingo 20 de mayo se llevaron a cabo en Venezuela las elecciones presidenciales. Comicios que fueron convocados por la Asamblea Nacional Constituyente, órgano que no cuenta con la competencia constitucional de emitir dichos actos, ya que su única función es la redacción de una nueva Constitución. El único ente encargado de convocar elecciones es el Consejo Nacional Electoral.
No obstante, el mismo acto electoral carece de legitimidad y credibilidad nacional e internacional, ya que no cumple con los mínimos requisitos para que lo sea, como libre postulación de candidatos y partidos, el respeto a la  Constitución, la imparcialidad política por parte del CNE, la posibilidad de hacer campaña política sin sufrir de ningún tipo de boicot, respetar los plazos y tiempos electorales que establecen que las elecciones deberán organizarse al menos con seis meses de antelación antes de su celebración y observación nacional e internacional calificada.
Los comicios del 20M han sido registrados como el proceso electoral con más abstención de la historia de Venezuela. Según el Consejo Nacional Electoral la participación fue de 48%. “La abstención oficial de las elecciones del domingo 20 de mayo supera con creces las cifras en procesos presidenciales desde 1998, durante los cuales, la no participación siempre estuvo por debajo de 44%. El promedio de la abstención en las cinco elecciones presidenciales celebradas entre 1998 y 2013 se ubica en 29%”.Â
No obstante, después de la culminación del proceso electoral nace la polémica de la juramentación de Nicolás Maduro, ya que el primer mandatario declaró que se juramentaría ante la ANC. Con respecto a esto el 231 de la Constitución venezolana indica que el candidato electo tomará posesión del cargo de presidente el 10 de enero del primer año de su período constitucional, mediante juramento ante la Asamblea Nacional.
Por lo tanto, la toma de posesión debería realizarse mediante juramento ante la Asamblea Nacional el 10 de enero de 2019. Por tanto, de no juramentarse ante la Asamblea Nacional incurriría en la ilegitimidad jurídica. Este caso es único porque la elección se adelantó ocho meses con respecto a lo que dicta la Constitución.
En caso de que Nicolás Maduro asuma el poder antes del periodo previsto, producto de las elecciones que se realizaron con la abstención más grande de la historia de Venezuela y juramentándose ante un ente no correspondiente Venezuela tendría un presidente, pero este seria contundentemente ilegitimo.
En la actualidad, no son pocos los países que afirmaron desconocer el proceso de elección celebrado en el país el pasado 20 de mayo, habrá que ver cómo se traduce este desconocimiento.
* Roxgeilys Achique es estudiante de la Universidad Monteávila