Nelly Meléndez.-
El ser humano ha progresado en técnicas, tecnologías y arte en sus diferentes manifestaciones, gracias a la capacidad de conocer y aprender. El accionar desde la posibilidad en potencia de saber hasta que se produce el acto de saber. La capacidad de ver más allá de la piedra, la imagen de lo que puede surgir de la piedra. Observar la naturaleza y sentir en lo profundo ese “y si…” que acompaña el nacimiento de las ideas. El dar la espalda a la seguridad de lo conocido para adentrarse en los caminos que conducen a la ejecución de nuevas propuestas.
Pero el conocimiento valioso debe ser preservado para el crecimiento de las sociedades. Debe ser compartido y puesto a la disposición de las nuevas generaciones, como la noria que extrae y hace circular en las venas de la raza humana el vital líquido del saber.
En los albores de la humanidad el lenguaje realiza el milagro de la comunicación. La transmisión de una generación supuso la vía oral. Posteriormente la aparición de símbolos implicó el disponer de materiales, técnicas y tecnologías para la trasmisión mediante la escritura. La imprenta fue el eureka para guardar y transmitir de manera generalizada el conocimiento explícito, desde estrategias de guerra hasta las más delicadas creaciones que enaltecen el espíritu humano
En este tránsito ha sido la biblioteca, como bien lo indica su nombre, el lugar donde se guardan los libros. En los templos de las ciudades de Mesopotamia se almacenaban tablillas de barro con escritura cuneiforme. La más importante biblioteca de la antigí¼edad fue la de Alejandría que llegó a reunir más de 700.000 manuscritos o rollos. En la Edad Media se multiplicó la variedad, constituyéndose las bibliotecas reales, catedralicias, privadas y, finalmente las universitarias. La época contemporánea ha legado a la humanidad la biblioteca pública.
Hoy el concepto de biblioteca va mucho más allá de lo conocido hasta hace 50 años atrás. Hoy las bibliotecas almacenan colecciones, pero también material fotografías, mapas, grabaciones en audio y video, periódicos, cartas, diarios personales.
La Biblioteca del Congreso de Estados Unidos es la más grande en la actualidad. Posee 38 millones de libros impresos, 3.6 millones de grabaciones, 14 millones de fotografías, 5.5 millones de mapas, 8.1 millones de partituras y 70 millones de manuscritos. La colección es tan extraordinaria que hacen falta 1348 kilómetros de estanterías y 3624 empleados para almacenar tantos objetos.
El Archivo de Internet es el segundo gran proyecto más grande de digitalización de libros, luego de Google Libros. Internet Archive es una biblioteca sin fines de lucro de millones de libros gratuitos, películas, software, música, sitios web y más.
Entonces nos preguntamos: si antes la biblioteca solo contenía materiales físicos y ahora tiene materiales ¿eso es una biblioteca 2.0? Pues no.
La biblioteca 2.0 ha sido presentada como un nuevo concepto, como un nuevo modelo de biblioteca. En muchas ocasiones, incluso se presenta como una biblioteca que rompe de manera drástica con el anterior modelo de funcionalidad. El nombre proviene de una asociación con la Web 2.0 y fomenta la participación de los usuarios como creadores de contenidos que se almacenen y coloquen a la disposición de consulta por otras personas. Es la aplicación del concepto de colaboración presente en una sociedad altamente conectada, donde las personas se consideran prosumidores, es decir, productores y consumidores, inclusive de contenidos.
La biblioteca 2.0 es una cara más de la biblioteca que no involucra un cambio revolucionario en esta. Es una propuesta que nace a la luz de la sociedad de la información hiperconectada, no exenta de nuevas oportunidades, pero también de riesgos en lo que respecta a la validez y confiabilidad, por lo requiere de un fino control de calidad en los contenidos que se expongan.
Las bibliotecas seguirán evolucionando según evolucionen las tecnologías de almacenamiento, colocarle 2.0 o cualquier otro punto algo, equivale a decir que es una extensión en sus funcionalidades para colocar a la disposición de los usuarios nuevos materiales, a través del uso de plataformas adaptadas a la evolución de las tecnologías de información.
*Nelly Meléndez es profesora de la Universidad Monteávila