Un milagro de Navidad a siete semanas de Navidad

francisco Blanco Historias verdaderamente incr

Francisco Blanco-

Esto es un hecho de la vida real. Siempre me han gustado los videojuegos. Tení­a 8 años, era el 25 de diciembre, me desperté tan pronto pude y salí­ corriendo a la sala a ver lo que me habí­a traí­do el niño Jesús. Él todos los años cambia de locación para los regalos mí­os y los de mi hermana, un año era en la puerta de mi cuarto, otro frente al arbolito, otro frente al nacimiento, otro en medio de la sala… lo que siempre ocurrí­a, independientemente el lugar, era la disposición de los regalos, siempre habí­an dos filas de regalos, una con papel de regalo de flores, o de Garfield o morado (el de mi hermana) y otra con papel de regalo de las tortugas ninjas, hulck hugan o verde (el mí­o).

Pero esa mañana de navidad de 1993 la disposición de los regalos era otra, esta vez estaba en el cuarto del televisor, y en medio de las dos filas de regalos habí­a una caja que decí­a “Para Ana y Fran del Niño Jesús”, abrí­ la caja y mi vida cambió, era una consola de Nintendo NES, tan pronto la abrí­ desperté a mis papás que rápido la instalaron en el televisor mientras mi mamá me repetí­a: “Esto es para compartir con tu hermana”.

Fue amor a primera vista.

Pasaron los años y pasaron las consolas, el niño Jesús me traí­a siempre la más nueva, bien sea o en diciembre o al pasar liso por fin las materias del colegio. Los juegos se pusieron más complejos, habí­a que hacer más cosas en ellos, tení­an pistas, historia, personajes, mapas, en fin eran un mundo abierto… pero, un mundo en inglés, mi mamá me regaló un diccionario inglés-español para que yo poco a poco fuera traduciendo lo que veí­a en los juegos para así­ pasarlos.

Un dí­a crecí­.

Gracias a Dios mis prioridades cambiaron, pero el Francisco de 8 años siempre se quedó con las ganas de seguir jugando Nintendo. Cada tanto decí­a en voz alta que querí­a uno nuevo, no pasaba nada. Cada tanto se lo pedí­a otra vez al Niño Jesús, no pasaba nada. Cada tanto veí­a uno a la venta, no pasaba nada.

Hace dos semanas, me escribe una compañera de trabajo preguntando si sigo interesado en una consola de videojuegos, respondo que sí­ pero que mi adultez no me permite gastar dinero en eso, ella se rí­e y me comenta que una amiga está regalando uno, sin pensar acepté, le escribí­ a su amiga y al dí­a siguiente volví­ a esa mañana de 1993, viajé en el tiempo… un verdadero milagro de navidad.

Yo estoy obnubilado por este hecho, más allá de que tengo lo que he querido, es por la amabilidad de alguien, a quien no conozco tanto, haya pensado en mí­, de que un perfecto desconocido, de 17 años, haya tenido la generosidad de regalarme algo tan valioso. Me gusta creer que no fue suerte, me gusta creer, como dice mi jefa, que tengo un ángel de la guarda que me quiere mucho, ese es el verdadero milagro… el que todos tengamos un íngel de la guarda que nos cuida, nos ayuda y nos acompaña es sin duda verdaderamente increí­ble.

Gracias íngel de mi guarda, dulce compañí­a…

*Francisco Blanco es director de la Escuela de Educación

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