Bohemian Rhapsody, el show de Rami Malek

Laura Mendoza.-

Corrí­a el año 1985 en Wembley Londres, cuando Queen se presentó en el Aid Live, considerada para muchos como la mejor actuación de todos los tiempos de la banda. Freddy Mercury, su vocalista, comenzó por tocar las primeras notas de Bohemian Rhapsody en su piano, haciendo estallar los 74 mil espectadores. 34 años más tarde este mismo momento serí­a plasmado en la gran pantalla por la última pelí­cula de Bryan Signer, quien es conocido por dirigir The Usual Suspects y seis de las once pelí­culas de X-Men.

Bohemian Rhapsody: la historia de Freddie Mercury, es un biopic, del vocalista del grupo de rock Queen. Protagonizada por Rami Malek, conocido por el personaje de Elliot Alderson en la serie Mr. Robot, quien ha sido galardonado este año como mejor actor con premios como el Globo de Oro, el BAFTA, y ganador del Oscar este pasado domingo 24 de febrero. En total Bohemian Rhapsody se llevó cuatro estatuillas doradas para su casa esa noche.

Malek es sin duda lo mejor de toda la pelí­cula, su caracterización es impecable, su gesticulación y movimientos en el escenario son los auténticos de Mercury, y yendo más allá, logra traer a la luz ese lado del artista que no vemos; el detrás del performance, de sus relaciones, sus silencios y miedos. El largometraje revive a una de las bandas más influyentes en la historia del rock y a su vocalista, quien es un í­cono del género.

El filme a pesar de haber sido muy esperado por la fanaticada, y de tenerse la expectativa de una producción excepcional, no logró dar la talla. La pelí­cula llega a mantenerse y toma  su posición por la personificación del actor principal y por tratarse de Queen. Si se analiza el guión, este se hace bastante flojo, y posee varios diálogos clichés, en los que se puede predecir qué dirán más adelante, convirtiendo a la pelí­cula en una bola de espacios comunes, lo que tratan de salvar reorganizando los datos de la vida de Mercury para crear un efecto más dramático que atrape al espectador.

La escena rescatable de la pieza es el último concierto, el Aid Live, una secuencia hermosa, que te eriza la piel. Te permite vivir el momento y la euforia, cantas inevitablemente desde tu butaca, cama o sofá, y una vez más vemos como el desenvolvimiento de Malek en escena es increí­ble.

El soundtrack es otra arma fuerte en el filme. Al ser las propias canciones de la banda, se logra conectar de manera rápida con quien esté contemplando el metraje. Es el gancho más fácil que tení­an y lo usaron a su favor, evocar la nostalgia en los fans era indispensable.

Si se tratara de otra banda, o fuera la historia de cualquier otro grupo, Bohemian Rhapsody pasarí­a por debajo sin mucho alboroto. Con sus lugares comunes, su drama predecible, y Rami llevando la batuta, la pelí­cula se muestra entretenida, sin llegar a considerarse el mejor biopic de la historia.

* Laura Mendoza es estudiante de la Universidad Monteávila

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