La democracia con (muy pocos) demócratas

Felipe González Roa-.

Felipe González Roa Postales de Praga Democracia

La democracia no es un slogan. La democracia no es una frase motivacional. La democracia es un sistema polí­tico pero, sobre todo, es una forma de entender la vida, la cual se basa sobre la búsqueda de soluciones que nunca contrarí­en la dignidad de todos los seres humanos, que se adopten a partir del respeto de los disensos y de las distintas formas de pensamiento, y que no pretenda imponer la fuerza de las mayorí­as sobre las minorí­as, pero tampoco tutelar las decisiones a partir de los intereses particulares.

¿Son demócratas los venezolanos? Tal vez antes de intentar ofrecer una respuesta habrí­a que preguntarse si se entiende qué es la democracia. Y no se trata de desempolvar una definición de diccionario, tampoco de repasar las lecciones brindadas por grandes maestros como Sartori, Bobbio, Schumpeter, Duverger, Dahl o Tilly. Fundamentalmente, el ejercicio reflexivo que se necesita hacer es comprender si la noción de democracia está internalizada en cada uno.

Durante 40 años Venezuela disfrutó de un sistema democrático. Concretamente entre 1958 y 1998. Ni antes ni después puede asegurarse que el paí­s haya disfrutado plenamente de ese modelo. Durante los albores del siglo XX, sobre todo cerca del final de la muerte del dictador Juan Vicente Gómez, empezaron a formarse los movimientos para instaurar la democracia. Durante las primeras décadas del siglo XXI se han dado preocupantes retrocesos que ya no solo permiten dudar sobre su vigencia, sino asegurarlo.

¿En Venezuela se supo cuidar la democracia? ¿Se valoró los frutos que trajo consigo? ¿Se comprendió por qué colapsó? ¿Se aprendió de los errores cometidos? Y, todaví­a más importante, ¿se extraña?

¿Alguien siente nostalgia por lo que es la democracia? Y esta pregunta no pretende avalar las equivocaciones que durante 40 años se cometieron en su nombre, sino simplemente reflexionar sobre la comprensión de sus valores y de sus significados.

Este planteamiento es especialmente importante para las nuevas generaciones, aquellos jóvenes que hoy están estudiando en una universidad, esos que solo conocen al chavismo como sistema polí­tico, que únicamente pueden aproximarse a la idea de democracia a través de la revisión de algunos libros (y solo cuando se atreven a leerlos).

¿Puede haber democracia cuando una parte del paí­s pretende desconocer la existencia de la otra? Y ni siquiera es necesario de hablar de mitades: ¿puede haber democracia cuando una enorme cantidad de personas (poco importa si pueden calificarse como mayorí­a) cree tener los privilegios para pisotear los derechos de un solo individuo?

¿Puede considerarse que hay democracia cuando no se presenta ningún proyecto concreto, cuando se apuestan todas las fichas a la presumible (aunque a veces dudosa) bondad de una sola persona? ¿Es demócrata aquel que implora por una invasión de rubios marines, o incluso por un alzamiento militar que permita celebrar a pocos metros de La Carlota?

Es necesario quitarse el polvo de los ojos, o tal vez arrojar lejos la careta. Quien realmente entienda y crea en la democracia debe dar un paso al frente y utilizar esa herramienta para poder rescatar lo que una vez fue Venezuela.

La democracia no es un slogan. La democracia no es una frase motivacional. La democracia es un sistema polí­tico pero, sobre todo, es una forma de entender la vida.

*Felipe González Roa es director de la Escuela de Comunicación Social de la Universidad Monteávila

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