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Un buen paseo por el casco histórico de Caracas

Jul 19, 2022

La clase en la calle

Miércoles 22 de junio. 10:30 am. Un grupo de alumnos del IV Semestre de Comunicación Social están a punto de salir a una visita histórico-cultural al centro de Caracas. Todos están montados, instalados, en el ENCAVA, como le dicen los chamos, a lo que nosotros llamamos buseta o carrito, en remembranza del común sedan de los ’70 que prestaba servicio de línea. Estamos sobre la hora dispuestos a salir de paseo por la Caracas de antaño.

La idea surgió de los mismos estudiantes. Este semestre, después de dos años de clases digitales, comenzamos la semi-presencialidad. El volver a vernos e interactuar con los alumnos permite conocer mejor sus necesidades, deficiencias y, sobre todo, su empatía con la materia. No doy audiovisual, ni radio, ni tampoco redacción o alguna de esas materias duras de la Facultad… Sociología de la Comunicación, Opinión Pública… por lo tanto, la competencia es fuerte.

Para ayudarlos en su formación histórica, a medida que nos adentrábamos en los procesos de independencia, les ofrecía la ubicación geográfica de los lugares mencionados. Así no era infrecuente encontrarse con alguna lámina con las esquinas de Caracas, en las cuales se iban identificando… la catedral… la esquina de La Torre, las casas de los Condes de La Granja y San Javier… el caserón de Carmelitas… y así, del “papel” saltó a la realidad. Eric propuso un paseo… y en menos de una semana ya tenían contratado el transporte. Comprendí, inmediatamente, que negarse era antihistórico y que teníamos el reto de aprender más, mientras se divertían…  tanto o más como cuando graban un micro…

En el ambiente se nota cierta emoción, e internamente deseo de que sea más por lo que podemos aprender que por la realidad de un día libre. Con el chofer Deiby Jaimes animándoles, van colocando su música. Me parece que la DJ es Andrea o quizá Paola. De las cornetas sale de todo… y todo es coreado, seguido, aplaudido. Sin embargo, una pieza llamó más mi atención. Oscar de León con Llorarás. Quizá por mi edad, en ese momento la música se me hizo mía… era la primera sorpresa, sabía la canción y podía cantarla. La segunda sorpresa fue el furor con que todos llevaban el ritmo de las notas.

Y entonces busqué respuestas. La primera más lógica. La calidad es permanente. Lo “clásico”, la “obra de arte”, no tiene fecha de caducidad. La segunda fue más una apreciación. Ese ritmo es nuestro, es sangre de nuestra sangre. Nos da identidad, nos inserta más en nuestra historia. Me recordaba un texto de Gallegos, en Doña Bárbara, cuando Santos Luzardo veía bullir sangre suya en los ojos de los que contemplaran, en el futuro, la llegada del ferrocarril a esas distantes tierras. El Encava no parecía el mejor lugar para este romanticismo… Además, habíamos entrado en la avenida Panteón y de repente se hace presente la mole de la Biblioteca Nacional… así que dejé para más tarde la sociología cultural. Ya habría tiempo. En ese preciso instante, estacionamos a un costado del emblemático conjunto.

La entrada lateral de la Biblioteca Nacional ya es imponente. Su altura, las escaleras, la apertura a la plaza, le otorgan un empaque que ayuda a dar importancia a la cultura, a su custodia y difusión. Comenzamos por aquí. Entramos y explicamos nuestro propósito. Como siempre me ha ocurrido, el personal de turno nos atiende muy bien. Por defecto profesional inmediatamente dirijo los pasos del grupo hacia la Hemeroteca. No están las mismas gentes que, durante meses, me atendieron con gran diligencia cuando hacía unos estudios sobre El Venezolano; pero los que los suplen tienen la misma marca de agua. Con unas pocas palabras, uno de los coordinadores nos pasea por la zona de los microfilms, nos hace una muestra del modo como se colocan los rollos en el visor y luego nos invita a ver la manera de conservar, en físico, los periódicos.

Nos muestra una caja que contiene un mes de El Universal de 1982. Por los gestos de los alumnos pienso que es la primera vez que ven una primera plana impresa y me detengo a explicarles cuál es la lógica en la ubicación de las informaciones. Van pasando las páginas… aquí, en este cuerpo, tenemos nacionales e internacionales… se intercalan con opinión… aquí deportes… y de pronto salta al primer plano la cartelera de cines… ¡qué obsoleto!, pienso, pero a algunos de los muchachos les cautiva esas dos páginas llenas de estrenos.

Cerramos la caja. Quizá, tanto para el Coordinador de la Biblioteca que nos acompañaba como para mí, saltaba a la vista la inminencia de una de las tantas crisis que hemos sufrido en estos últimos 40 años. El Universal nos recordó que, en pocos meses, en febrero 1983, viviríamos el viernes negro. La primera plana de ese día era una premonición que sólo algunos lograron vislumbrar en su momento. Agradecimos la atención, luego pasamos muy rápido por la zona de referencia y por la sala general.

Al salir la luz de mediodía nos saludó con fuerza. La nubosidad que nos amenazó a la salida de la UMA había desaparecido. Intentamos entrar al Panteón Nacional pero estaban cerrando hasta la 1:00 pm. Sin embargo, el ángulo era perfecto y los muchachos, sin ningún empacho, le pidieron a un joven militar que nos tomase una foto teniendo de fondo la antigua Iglesia de la Santísima Trinidad, que hoy alberga a nuestros héroes civiles y militares.

Bajamos por el Foro Libertador. Su imponente desarrollo arquitectónico se alza sobre ciertos descuidos de mantenimiento y limpieza. En el puente cruzamos y nos enfrentamos a la Iglesia de Nuestra Señora de las Mercedes. Allí recordamos la característica sísmica de nuestra capital y acudimos, como en otros tiempos, a la intercesión de la Virgen para que nos proteja de los terremotos.

Luego conocimos la portada de la Iglesia de Altagracia, uno de los primeros templos de la capital…Reformado y remozado varías veces, hoy mantiene su historia. Si bien es cierto que no es la primitiva edificación, el suelo en que se asienta es el mismo, y eso es parte de la tradición. Desde allí cruzamos para ver la fachada del Correo de Carmelitas, edificado en el antiguo solar de la familia del conde de Tovar.

Bajaríamos por Carmelitas a la plaza Bolívar, no sin antes señalar la esquina de Santa Capilla, donde la tradición ubica la primera Misa celebrada en suelo caraqueño. Antonio Guzmán Blanco enalteció el lugar, mandando a construir una iglesia que imitara la Sainte Chapelle de París. En la esquina El Conde, nos espera la historia de los Condes de San Javier y de La Granja. Ahora en la propia esquina El Conde se encuentra la sede de la Biblioteca Metropolitana de Caracas Simón Rodríguez, Área Ciencias Sociales y Humanidades.

Desde esta esquina, hacia el oriente, vislumbramos la esquina de La Torre y por tanto nos acercamos a la Catedral de Caracas. Como era ya mediodía largo y vimos abierto el Concejo Municipal decidimos intentar un recorrido por sus instalaciones. Queríamos estar en la Capilla de Santa Rosa, pasear por el Museo de miniaturas Raúl Santana, conocer las piezas del Museo permanente del Cabildo.

Nuevamente nos sorprendió la amabilidad que nos dispensaron. Tenían una actividad externa y mucha gente recorría sus instalaciones. Al llegar, el guardia nos indicó que era difícil hacer cualquier recorrido pues la actividad ameritaba toda su atención y el cierre de algunas salas. Una de las personas de coordinación de protocolo entendió la cierta frustración de los chamos y con amabilidad se ofreció a hacernos un tour. Lo que no suponíamos era que mandaría a abrir las diversas salas y nos acompañaría en cada una, dándonos una explicación detallada de los elementos que fuimos encontrando. Especial atención mereció la explicación de los sucesos del año 1810 y 1811. La ruptura con el gobierno español, la convocatoria a elecciones para la conformación de una asamblea, las sesiones del Congreso y la firma del Acta de la Independencia. Fue un panneo -para usar la terminología audiovisual- que ubicó las clases teóricas en un contexto geográfico-espacial real. Por un momento pudimos oír las discusiones, los pro y contra de la independencia, la defensa del modelo monárquico versus la modernidad de las formas republicanas… Por un instante todos los personajes del cuadro de Juan Lovera nos interpelaron…  Muchachos ¿qué hacen? ¿qué han hecho?

Subimos por Las Gradillas a La Torre buscando pasar por la Catedral antes de recalar en la casa natal del Libertador. La una de la tarde se hizo presente y aprovechamos uno de los tantos “cafés o ferias” que, con mucho esfuerzo y calidad en su infraestructura y servicio, han ido inaugurando en todo el casco central. Esta vez los chamos se decantaron por Sucré: Crêpes & Wafles, así con acento, para reconocer en francés lo dulce, lo azucarado. Y era la pura verdad. Alguna crepe del menú de estos muchachos logró combinar chocolate fudge, Nutella, chispas de chocolate blanco y un par de Marshmallow. Menos mal que, después de visitar la Casa Natal de Bolívar, caminaríamos hasta el autobús sus buenas 8 cuadras. No fue un almuerzo venezolano tradicional; lo más criollo de las compras fue la servilleta, pero el local estaba en una bella construcción antigua con ladrillos vistos y con patio interno con piso de caico o pizarra, lleno de luz. Una forma de combinar el pasado con la modernidad sin afectar a uno u otro.

Terminaba la tarde… todavía podíamos exprimir algunos minutos más y, en la Casa natal del Libertador, pedimos un tour breve, explicando que nuestro chofer estaba a la espera. Como ya nos había sucedido en otros lugares que visitamos, la acogida fue positiva. Nos acompañó una chica joven, recién formada en estas lides y, bajo la supervisión de la jefa, nos dio una rápida visita por las diversas estancias. Los cuadros de Tito Salas, que hoy día adornan el hogar de los Bolívar, daban forma a la línea argumental del recorrido.  

A la salida, casi por clamor popular, tuvimos que pasar a ver y fotografiarse en la calle de los paraguas. O mejor, como leí en un Instagram… no es la calle de los paraguas, es el Pasaje Linares…  El reloj marcaba las dos pasadas. Comenzamos la vuelta. Llegamos al Encava. Se repetía lo vivido en la salida… unos videos que Deiby Jaimes, nuestro flamante chofer, pidió para promocionar su servicio… buena música… comentarios varios. Llegamos, nos despedimos.

Terminaba el semestre. Era la última clase. Las semanas siguientes tendríamos los últimos parciales y el final. Era, sí, la última clase y pienso que, tanto a los alumnos como a mí, nos pareció una excelente manera de vivir la Historia de Venezuela. Una experiencia que seguramente iremos ampliando en breve. Por lo pronto hemos logrado preparar un joint venture, con nuestra profesora de Apreciación Estética e Historia del Arte, Oriana Hernández de Blanco, para la visita a los Museos de Caracas el próximo semestre. Ella especialista en Arte asumirá la explicación artística… mientras que yo me dedicaré a aprender y dar unas pinceladas históricas de las instituciones culturales que visitemos.  

Llegamos al final de este texto… pero antes, como dicen en radio….

PU-BLI-CI-DAD…

Si desean ver parte de este contenido en audiovisual y con ese modo juvenil, fresco, desenfadado, moderno… y a veces con algunos errores… sólo tienen que pasearse por estos TikTok de Eric Dassy.

1- Biblioteca Nacional

2- Foro Libertador

3 – Centro de Caracas

4- Sucré

5- Casa natal del Libertador

Antonio Ricoy, profesor de Historia de Venezuela en la Escuela de Comunicación Social.