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Miss Mongolia y el teatro universitario

Nov 16, 2022

Alejandro Casona, dramaturgo y poeta español, siempre ha sido uno de mis referentes, no sólo en la escritura sino en la filosofía con la que llevaba su trabajo y su arte hasta los rincones más recónditos de su país, golpeado y deprimido por las secuelas de la monstruosa Guerra Civil. Pero Casona no viajaba solo; llevaba consigo, como una suerte de ejército, a un puñado de estudiantes que, armados con libretos, con la escenografía más básica que permitía el austero desplazamiento y con las ilusiones intactas, creían en el teatro, en todo su poder.

“Hay que sembrar el teatro”, me atrevería a decir parafraseando, de una forma quizás un poco predecible, al gran Uslar Pietri. En medio de tanta frivolidad y tanta chabacanería que han ocupado las salas y las tablas, con tantos títulos mediocres que venden sexo y machismo, hay que reconquistar espacios para el buen teatro, para un teatro que confronte, que cuestione, que critique, que diga, que rete, que deje. Hay que volver a enamorarnos de la idea de que el teatro, en su carácter de comunión artística, es un espacio para la risa, para el llanto, para la catarsis.

Fereteatro, grupo en el que escribo y dirijo, y del que soy fundador, tiene la inmensa fortuna de estar formado, en este momento, exclusivamente por estudiantes y egresados de la Universidad Monteávila. Fereteatro (o, al menos, así lo siento) es como una familia que, poco a poco, va creciendo y profesionalizándose. Tras “De la violencia”, nuestra ópera prima (presentada en sala Cabrujas, en el Teatrex y en el Centro Cultural B.O.D.), llegó el turno de “Miss Mongolia”, un compendio de fábulas oscuras en las que se mezclaban la ternura, el humor negro y unas historias que, hechas con esfuerzo e ilusión, recibieron, en su primera temporada, aclamación unánime del público, la prensa y la crítica.

El pasado 9 de noviembre, tuvimos el privilegio de montar y moderar, para estudiantes de Comunicación Social y de Educación, un conversatorio cuyo tema principal fue “Miss Mongolia”, de cara al estreno de su segunda temporada, que esta vez tendría lugar en la sala “La Viga” del Centro Cultural Chacao. Creo que uno de los aspectos más hermosos del conversatorio fue el hecho de que parte del mismo fue conducido por estudiantes activos, que compartieron su experiencia en la aventura de ensayar y montar una obra teatral de altura a nivel profesional, un camino que, si bien no es sencillo, es infinitamente satisfactorio.

Tras la charla, que estuvo acompañada de risas y de interesantes preguntas, guardamos una sorpresa para los asistentes al conversatorio, que tuvo lugar en el auditorio del edificio de Biblioteca, y que fue posible gracias al profesor Francisco Blanco y al CEUMA: hicimos la representación in situ de dos de las ocho piezas que conforman el conglomerado de Miss Mongolia. La recepción de los estudiantes no pudo ser más entusiasta. Conectaron con los personajes, reaccionaron junto a ellos, rieron y aplaudieron el trabajo de nuestros actores, de sus compañeros.

Como profesor, junto a Andrés Sierra, de “La República” (el grupo teatral de la Universidad Monteávila) y como fundador, director y guionista de Fereteatro, me quedo corto en palabras para expresar lo hondamente orgulloso y satisfecho que me siento de que las artes escénicas estén tomando tanto auge dentro del espacio universitario. Es realmente emocionante ver el compromiso manifestado por tantos jóvenes que ansían, al igual que yo, que el teatro en Caracas tenga un cambio profundo, de raíz. Tantos estudiantes que nos han ido a ver y que nos han tendido tantas manos delante y detrás del telón. Estudiantes, a la vez, que me dan vida y hacen suyos a mis personajes, que me ayudan a mantener a flote este barco, que es mi sueño más grande. Siento que, si me pudiese ver, Alejandro Casona estaría orgulloso.      

Tomás Marín, profesor de Teatro.