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La UMA son sus egresados: Daniella Buenaventura

Jul 6, 2023

Tras recibir el premio Spotswood’s Educator of the Year por parte de la Spotswood Elementary School, ganó recientemente el título de Lucy F. Simms Educator of the Year, correspondiente a todo el distrito escolar de la ciudad de Harrisonburg en Virginia. En 2019, también fue reconocida con el Elmo’s Award for Excellence in Teaching Dual Language por la escuela Frank Porter Graham Bilingüe. Especializada en la enseñanza dual y la educación multicultural, también es fiel creyente del poder que tiene la comunidad en el aprendizaje. Daniella Buenaventura es egresada de Educación Integral de la Universidad Monteávila. 

Desde mis primeros recuerdos de infancia, mi mayor sueño ha sido ser maestra. Estaba segura que esa era mi pasión, pero mi por qué no era algo que pudiera articular fácilmente. Durante mis años como docente, el viaje en sí, mis alumnos, familias y colegas me han impactado tremendamente al dar forma a mi visión y la pasión que me mueve. Hoy puedo hablar de mi por qué. 

Mi historia comienza realmente durante mi tiempo en la Universidad Monteávila, un lugar que siempre llevaré en mi corazón. Recuerdo con claridad la primera vez que entré en un aula como estudiante y la sensación de asombro y anticipación que sentí. Me imaginaba no sólo en las aulas como alumna, sino en frente, siendo la guía de una nueva generación.

Quería ser alguien que pudiera inspirar a los demás a aprender y crecer, al igual que los profesores que me inspiraron a mí durante mis años de estudio. Sentía que podía marcar una diferencia y que tenía una responsabilidad hacia los futuros estudiantes, así que me esforcé por aprender todo lo que pude y prepararme para ser el mejor educador posible.

Una vez que me gradué, comencé a dar forma a esa historia. Empecé a enseñar, y aunque los primeros años fueron difíciles, aprendí mucho y mejoré con cada clase que impartía. Aprendí a adaptar mi enseñanza a las necesidades de mis estudiantes, a entender sus desafíos y a celebrar sus logros. Descubrí que no había nada más gratificante que ver a mis estudiantes aprender y crecer.

Con el tiempo, mi trabajo como educador fue reconocido y comencé a recibir premios. Pero para mí, los verdaderos premios siempre han sido los logros de mis estudiantes, sus éxitos y saber que de alguna manera, pude ser parte de sus vidas y ayudarles a alcanzar sus metas.

Entiendo el profundo impacto que tienen los educadores, la responsabilidad y el gran papel que desempeñamos en el apoyo a los estudiantes históricamente marginados. Como educadores, debemos construir relaciones con los estudiantes, crear vínculos genuinos, enseñar a todos y aceptar todas las narrativas. Comprender nuestro papel en la formación y preservación de las identidades de nuestros estudiantes y resaltar su cultura étnica se ha vuelto vital en mi práctica, ya que trabajo todos los días para ser un puente y brindar oportunidades para que mis estudiantes se conviertan en la mejor versión de sí mismos mientras navegan la realidad del mundo.

Mi enfoque de enseñanza y aprendizaje está enmarcado en la educación multicultural. Mi objetivo es ser un educador culturalmente competente que construya relaciones saludables basadas en el marco de la justicia restaurativa. Trabajo para desbaratar un sistema que beneficia a los grupos dominantes. Los maestros deben alzar la voz contra la injusticia.

Mi enseñanza, en parte, es constructivista. Hago preguntas: pregunto en voz alta y reflexiono públicamente. Presento material para la consideración de los estudiantes según temas y construyo preguntas que se conectan con sus vidas y el mundo fuera del aula. Hago hincapié en el razonamiento y la reflexión. Junto a esto, incorporo la justicia social y el pensamiento crítico.

Mi rol como educadora es guiar y apoyar a los estudiantes para que alcancen su máximo potencial y sean la mejor versión de sí mismos. Para lograr esto el primer paso es conocer a cada estudiante en un nivel más profundo y construir relaciones en las que los estudiantes se sientan conectados, vistos y sientan que están en un lugar al que verdaderamente pertenecen.

Espero impactar el crecimiento académico de los estudiantes pero, lo más importante, espero moverlos como individuos. Las personas que crecen como seres humanos diversos reconocen el valor de los demás y aceptan las diferencias. Al mismo tiempo, porque quiero impactar a mis estudiantes en su conjunto, considero la importancia de ser una defensora de la equidad, formar alianzas en la comunidad y estar involucrada en la comunidad escolar en diferentes niveles.

Participar activamente en la comunidad es vital para mi papel como maestra. La educación no comienza ni termina dentro de los límites de un salón de clases, es un viaje de toda la vida alimentado por las diversas experiencias y relaciones que formamos en nuestras comunidades. 

Cada vez que participo en eventos locales, ya sea un festival cultural o una reunión vecinal, no sólo estoy enriqueciendo mi comprensión del maravilloso tapiz de culturas representadas en mi clase, también estoy construyendo puentes de confianza y respeto con mis alumnos y sus familias. Asisto a eventos escolares, visito las casas de mis alumnos y los invito a ellos y a sus familias a la mía. Esto brinda apoyo académico y social adicional a los estudiantes y me ayuda a construir relaciones sólidas y de confianza entre mis estudiantes y sus familias fuera del entorno escolar formal.

Al crear un entorno enriquecedor y colaborativo dentro de nuestra escuela, sentamos las bases para las iniciativas más amplias que emprendemos en la comunidad. Este nivel de impacto solo es posible con el apoyo mutuo, la comprensión y la camaradería. Creo en la fuerza de la acción colectiva.

Un buen educador necesita una variedad de habilidades y cualidades que le permitan facilitar eficazmente el aprendizaje y el desarrollo personal de sus alumnos. La educación personalizada y el amor por la profesión hacen la diferencia.

Además, la educación debe proporcionar un aprendizaje transformacional y estar centrada en el estudiante. Los estudiantes necesitan verse a sí mismos en el salón de clases. Si ellos se sienten capaces y dignos, estarán motivados para aprender de una manera significativa.

Otro pilar de un gran educador es la diferenciación, en el que es crucial identificar dónde están los estudiantes, sus necesidades y su cultura para diseñar y adaptar el currículo en torno a ello. Reconozco un inmenso valor en el aprendizaje colaborativo. Siempre les he dicho a mis alumnos que cuando compartimos un ambiente de aprendizaje, el maestro y los alumnos trabajarán juntos y aprenderán unos de otros, y trabajaremos igualmente duro en el camino. En una situación de aprendizaje exitosa, los estudiantes demostrarán crecimiento y desarrollarán motivación. Tengo altas expectativas, contenido riguroso y motivo el pensamiento crítico, lo que apoya el rendimiento y el crecimiento de los estudiantes a medida que se convierten en aprendices independientes.

Decidí trabajar con alumnos de quinto grado de primaria porque creo que es una etapa crucial en el desarrollo de un niño. En este nivel, los estudiantes comienzan a hacer la transición de la educación primaria a la secundaria, un cambio que puede ser tanto emocionante como desafiante. Como educador, tengo la oportunidad de ayudarles a navegar por este periodo de cambio y crecimiento, lo que encuentro enormemente gratificante.

El quinto grado también es un momento en el que los estudiantes comienzan a desarrollar una mayor autonomía en su aprendizaje. Están empezando a pensar de manera más crítica, a asumir más responsabilidades y a formar opiniones más firmes sobre el mundo. Creo que mi papel como educador es ayudarles a fomentar estas habilidades y a cultivar su curiosidad y amor por el aprendizaje.

En cuanto al lenguaje dual, creo que es una herramienta increíblemente poderosa para el aprendizaje. El dominio de un segundo idioma puede abrir puertas y crear oportunidades para los estudiantes en el futuro. Pero más allá de eso, también puede ayudarles a desarrollar habilidades de pensamiento crítico, a entender y apreciar diferentes culturas, y a ver el mundo desde diferentes perspectivas.

El modelo de educación en lenguaje dual se caracteriza por su enfoque en la enseñanza de contenido académico en dos idiomas. Esto no solo ayuda a los estudiantes a desarrollar habilidades lingüísticas en ambos idiomas, sino que también les permite aplicar y practicar esas habilidades en un contexto académico.

Como cualquier modelo de enseñanza, la educación en lenguaje dual tiene sus propios retos. Uno de los más grandes es asegurar que los estudiantes se sientan cómodos y apoyados mientras aprenden en un segundo idioma. Esto puede requerir estrategias de enseñanza adaptativas y un enfoque individualizado para cada estudiante. Pero a pesar de estos desafíos, creo firmemente en el valor y el potencial de la educación en lenguaje dual, y estoy comprometida a hacer todo lo que pueda para apoyar a mis estudiantes en su viaje de aprendizaje.

En retrospectiva, me doy cuenta de que la Universidad Monteávila no sólo me dio las habilidades y el conocimiento que necesitaba para ser un buen educador, sino también la pasión y la motivación para seguir adelante, a pesar de los desafíos. Y por eso, siempre estaré agradecida por la educación que recibí allí y por cómo me ayudó a convertirme en el educador que soy hoy por hoy.

Mi formación en la Monteávila me proporcionó una comprensión detallada de las complejidades del lenguaje y la cultura, lo cual es crucial en la enseñanza en idioma dual. Aprendí sobre las sutilezas de los idiomas y cómo se entrelazan con la cultura, lo que me ha permitido enseñar ambos aspectos de manera efectiva. Los cursos de pedagogía y didáctica que tomé en la universidad me proporcionaron las habilidades necesarias para enseñar eficazmente en todo tipo de situaciones, incluyendo la enseñanza dual.  Aprendí a planificar lecciones, a evaluar el progreso del estudiante y a adaptar mi enseñanza a las necesidades individuales de cada alumno. Mis estudios me enseñaron a comunicarme de manera efectiva, tanto en la enseñanza como en la interacción con los padres y otros educadores. Estas habilidades han sido fundamentales para mi éxito como profesora de idioma dual.

La formación en la Universidad Monteávila me inculcó un fuerte conjunto de valores y una ética profesional. Esto me ha ayudado a navegar por los desafíos éticos y a mantener un alto nivel de profesionalismo en mi carrera como educadora. Ha dejado en mí una combinación de pasión por la enseñanza, una profunda comprensiónde la importancia de cada persona, y un fuerte compromiso con la diversidad y la inclusión. Estos aspectos han sido fundamentales en mi camino como educadora y continúan guiándome en mi carrera profesional.

Mi paso por la Monteávila está lleno de recuerdos y experiencias significativas que han moldeado quien soy hoy. De los recuerdos que más atesoro son algunos profesores que tuvieron una influencia particularmente grande en mi vida.

Hubo momentos en los que mi rendimiento académico fluctuaba debido a la falta de constancia y a los problemas personales que estaba enfrentando. Estaba luchando por mantener el ritmo y por mantenerme enfocada. Muchos profesores creyeron en mí, incluso cuando yo no lo hacía. Veían más allá de mis problemas, tardanzas o inmadureces y podían reconocer mi potencial. Aunque mis calificaciones eran inestables, ellos nunca perdieron la fe en mi capacidad para mejorar y alcanzar mis metas. Me enseñaron que los errores y los fracasos son parte del proceso de aprendizaje y que era importante que no me dejara derribar por ellos.

Así mismo mis compañeras de promoción de Educación tienen un lugar especial en mi corazón. Juntas compartimos un viaje único, lleno de desafíos, éxitos, risas y lágrimas. Ellas, entre regaños, asombros, fiestas y horas de estudio marcaron mi vida. Había un vínculo inmediato entre nosotras, aprendí de ellas más de lo que uno puede expresar en palabras. A través de los años, nuestras relaciones se profundizaron, convirtiéndose en amistades que han sobrevivido mucho más allá de las aulas universitarias.

La paciencia y la fe de mis profesores y el apoyo de mis amigas tuvieron un gran impacto en mí. Me enseñaron  que, con el apoyo adecuado, podía superar cualquier obstáculo en mi camino. Aprendí a confiar en mi capacidad para mejorar, a mantenerme resiliente ante los desafíos y a perseguir mis metas, sin importar los obstáculos.

Como egresada, compartir mi historia es una experiencia llena de orgullo y emoción. Es una oportunidad para reflexionar sobre mi viaje, recordar los desafíos que superé y las lecciones que aprendí, y reconocer cómo estas experiencias me han moldeado y contribuido al profesional que soy hoy.

Mi tiempo en la UMA estuvo lleno de retos; hubo momentos en los que sentí que estaba escalando una montaña, tanto académica como personalmente. Pero cada obstáculo que enfrenté me hizo más fuerte y más determinada. Puedo ver cómo cada uno de esos desafíos contribuyó a mi crecimiento y desarrollo, cómo me formó como individuo y profesional. Compartir estas experiencias es una manera de honrar esos momentos difíciles y de reconocer su importancia en mi vida.

Además, compartir mi historia como egresada de la UMA es también una contribución. Espero que mi historia pueda servir como inspiración para otros, para mostrarles que, sin importar los desafíos que puedan enfrentar, es posible perseverar y lograr sus objetivos. Quiero que los futuros estudiantes vean lo que se puede lograr con dedicación, trabajo duro y la creencia en uno mismo.

Finalmente, compartir mi historia es una manera de mantenerme conectada con la comunidad UMA. Esta universidad me proporcionó un entorno en el que pude crecer y aprender, y siempre será un lugar especial para mí. Compartir mi historia es una forma de agradecer a la UMA y de contribuir a su legado. Espero que, a través de mi historia, pueda mostrar lo valiosa que es la educación que proporciona la UMA y lo significativo que es formar parte de su comunidad.

Hoy tengo  tres maravillosas hijas, Anabella (15) quien asistió conmigo a mi graduación de la UMA con tan solo unos meses de vida, María Lucía (6) y Virginia (3). Mirando hacia el futuro, estoy llena de sueños y optimismo. Mi objetivo principal es asumir roles de liderazgo dentro del sistema educativo que me permitan fomentar una mayor unión entre las escuelas y sus comunidades.

Comprendo la importancia de crear vínculos sólidos entre las instituciones educativas y las comunidades a las que sirven. La educación no es algo que ocurre únicamente dentro de las cuatro paredes de un aula, sino que es un proceso continuo que se entrelaza con el entorno en el que los estudiantes viven y crecen. Mi visión es que las escuelas se conviertan en núcleos vibrantes y esenciales de sus comunidades, donde todos se sientan bienvenidos y se reconozcan como piezas vitales para el éxito de la educación.

Para lograr esto, continúo mi formación y mi desarrollo profesional actualmente en la universidad James Madison de Harrisonburg. Quiero equiparme con las habilidades y conocimientos necesarios para desempeñar estos roles de liderazgo de manera efectiva. 

Estoy emocionada por lo que el futuro tiene reservado y estoy comprometida con estar en continuo aprendizaje y reflexión.