“La historia es una de las fuerzas más efectivas para la formación de los pueblos”, leyó Fernando Vizcaya, profesor de la Monteávila, del libro La hora undécima de Mario Briceño Iragorry, venezolano ilustre, nacido en Trujillo en 1897 y fallecido en Caracas en 1958, que construyó un valioso legado en el debate de las ideas de la Venezuela de las primeras cuatro décadas del siglo XX.
Este año se conmemora el 126 aniversario de su nacimiento y, en homenaje, la Universidad Monteávila celebró el conversatorio “Mario Briceño Iragorry Hoy: Venezuela y España”, con la participación especial de Beatriz Briceño Picón, quien dio testimonio del ideario humanista, cristiano y nacionalista que su padre encarnó en su actividad como escritor, educador, historiador, periodista, abogado, político y diplomático, y que sigue siendo vigente tanto para Venezuela como para América Latina.
“Cuando honramos el nombre de esos venezolanos ilustres del pasado, estamos cumpliendo con un deber de venezolanidad y con un deber de compromiso con la universidad venezolana”, expresó Eugenio Hernández-Bretón, decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas, en las palabras de apertura.
“La Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas tiene dentro de sus propósitos honrar la memoria de aquellos venezolanos ilustres que han contribuido a destacar de manera muy especial los valores de los venezolanos. Recordar la memoria de don Mario Briceño Iragorry, cumple precisamente con esa aspiración”, añadió.
El Centro de Estudio Iberoamericanos también impulsó la realización de este evento. Sus codirectores, Ricardo Ciliberto y Gabriel Sará, fueron moderador y miembro del panel, respectivamente. Francisco González Cruz, director del Centro de Desarrollo Humano Sostenible de la Universidad Valle del Momboy, también tomó la palabra entre los panelistas.
Todos coincidieron en que la palabra de Briceño Iragorry se mantiene vigorosa y presente frente a los diversos problemas de la sociedad actual y destacaron la importancia de que las nuevas generaciones conozcan su vida y su obra. Fue tenaz y apasionado en la transmisión de sus ideas y en la creación de su legado, que hoy sigue alumbrando los caminos de educadores y dirigentes. “Sus profundos análisis y comentarios acerca del ser y pensar venezolano tienen todavía plena vigencia”, dijo Sará.
“Para amar a la patria hace falta amar su historia”, fue otra de las citas que compartió Vizcaya durante su intervención. Reconoció que a pesar de la riqueza que Briceño Iragorry aportó al país es desconocido. “Agradezco la presencia de Beatriz aquí. Estamos poniendo semillas, estamos poniendo sembradíos”, expresó.
“Mario Briceño Iragorry estaba convencido de que sin piso, sin raíces, no hay futuro. Se explica la frondosidad por la fortaleza de las raíces, por la calidad del suelo. Un país sin identidad fuerte, que no fortalece su identidad, que no se conoce a sí mismo, no tiene futuro. Y es juguete fácil de cualquier aventurero que venga a jugar con el destino del país (…) Él se afinca, se hace fuerte, en las raíces hispanas y eso explica el nombre de este conversatorio. Porque él ve muchas fortalezas, aunque también debilidades, en las raíces hispanas”, comentó González Cruz.
“No cabe duda de que nuestras raíces también están en la hispanidad. De allí viene el mestizaje, y hay que reconocer y alabar el mestizaje. Papá nos decía siempre: «en sus raíces hay una abuela negra esclava y arrojada. Y eso no lo olviden nunca, porque aquí no somos hispanos, aquí somos venezolanos y tenemos que buscar nuestra identidad, pero también tenemos que buscar lo que hizo posible que fuéramos distintos». No somos indios, no somos negros, no somos blancos puros, ni europeos. Somos una mezcla, el pueblo venezolano es mezcla, y el que no la tiene ahora, la tendrá en sus nietos. En la colonia se pusieron las bases, ahí están los cabildos; los municipios, raíz de la República, eso está escrito así, no lo invento yo en este momento. Papá y Joaquín Gabaldón Márquez hablaban del municipio como raíz de la República”, agregó Briceño Picón.
