Alicia Álamo Bartolomé fue profesora fundadora y la primera decana de la Facultad de Ciencias de la Comunicación e Información de la Universidad Monteávila. Fue la primera arquitecta del Ministerio de Obras Públicas y trabajó en la creación del Plan Nacional de Electrificación.
Adicionalmente, fue Directora de Cultura de la Universidad Metropolitana, Directora General de Cultura de la Gobernación del Distrito Federal, Presidenta del Comité Ejecutivo de Fundarte y Directora de Extensión Universitaria de la Universidad Simón Bolívar.
Arquitecta, periodista, actriz, dramaturga, académica, profesora y gestora cultural. A sus casi 100 años continúa escribiendo tanto obras de teatro, su gran pasión, como columnas en El Impulso de Barquisimeto. Entre sus producciones figuran cuentos, más de 50 obras y diferentes artículos de opinión.
Tatiana Aguilera Franceschi, actual decana de la Facultad de Ciencias de la Comunicación e Información, presentó la Lección Inaugural de la facultad para el año académico 2024-2025, “Alicia Álamo Bartolomé: un bate, un Volkswagen rojo y el sueño de la Bella Durmiente”, en la que sintetizó parte de su vida y obra a través de tres íconos que reflejan la valentía, la templanza y lo soñador de su personalidad.
La tesis doctoral de la profesora Aguilera, “Perfil biográfico de Alicia Álamo Bartolomé. Una vida, mil vidas”, fue galardonado con el premio Ernestina de Champourcin 2024 por parte de la Universidad de Navarra.
El jurado del premio dictaminó que “constituye una detallada aproximación a la actividad pública de Alicia Álamo Bartolomé (1926), una mujer polifacética: arquitecto, periodista, dramaturga, escritora, gestora cultural y académica. La consideración de su vida permite acercarse a la historia de Venezuela y de otros países americanos en los siglos XX y XXI y constatar la importancia que una mujer como ella ha tenido en la vida pública de su país”.
La doctora Franceschi nos compartió detalles sobre la visión y objetivos de su trabajo, para el cual realizó 18 entrevistas a colegas, amigos y conocidos de Álamo; al igual que revisó los contenidos de su archivo personal y correspondencia. Próximamente, publicará un libro con los contenidos de la tesis doctoral.
¿Por qué Alicia Álamo?
-En Venezuela estamos acostumbrados a que la historia sea una historia épica de personajes que endiosamos a veces y quizás no vemos a una mujer, ni mucho menos a una mujer que haya trascendido el tiempo y que haya logrado dejar un qué importante en el periodismo, en la cultura en general, en el ámbito también de la arquitectura, que es como muy profundo porque Alicia es la segunda mujer arquitecto del país. Además es dramaturga, periodista, gestora cultural, ha hecho televisión, también es escritora; y realmente es una mujer que ha hecho mucho y que puede ser un ejemplo para los ciudadanos: descubrir cómo se puede construir un país a través de un trabajo bien hecho que trasciende el ámbito público, sin necesidad de ser un héroe nacional.
Entonces, quizás poca gente ha tenido contacto con vidas que vale la pena pensar y estudiar porque sino las perderíamos en el olvido.
Un segundo punto es porque yo trabajé con ella en esos primeros tiempos de la construcción de la Facultad de Ciencias de la Comunicación e Información, pero ella también estuvo en el ideario de la Universidad Monteávila en general y dejó su sello aquí. A mí me llamó la atención siempre que ella decía que si nuestra facultad y la universidad hacen que los estudiantes sean estudiantes y sean buenos ciudadanos, ya hemos hecho muchísimo. Y yo creo que eso es lo que hace cada persona si hace bien su trabajo y lo asume como un servicio, que es el modo como ella lo asumió.
Frente a una vida casi centenaria y tan polifacética como la de Álamo, ¿por dónde y cómo empezaste a trabajar?
Traté de descubrir el por qué lo hizo, por qué ella hizo lo que hizo, por qué esa producción tan demandante de cosas, por qué se exige tanto, y creo que era una mujer tipo renacentista. Una mujer que realmente tenía muchas aficiones es un mundo de Dios, porque le gustaba la literatura, le gustaba leer política.
Cuando empezó los cursos de filosofía en la Monteávila, sus trabajos después de ver cada material eran realizar una obra de teatro sobre antropología, sobre ética, sobre metafísica, sobre historia de la cultura. Su manera de expresarse era a través de la pluma o a través del teatro.
Entonces lo que yo veo es por qué quiso hacer tantas cosas. Primero, porque tenía la posibilidad, tenía ese don, pero evidentemente no todo lo hizo con igual profundidad. Ella es más intuitiva y quizá descubre muchas cosas, pero quizá le falta reflexión en otras.
Pensé en una biografía, donde uno puede tomar el hilo de la historia, pero había muchos flashbacks de un momento a otro y muchos momentos donde pensaba “¿Cómo hago para unificar esto?”. Porque claro, toda esa formación cultural hace que el personaje sea muy rico, un personaje muy complejo.
Empecé tratando de descubrir el hilo conductor de su vida, que fue su afán de servicio, su trabajo como servicio, y esas características personales que la llevaron a emprender cosas hasta que descubre cuál es su pasión (el teatro).
Yo creo que no agoté al personaje ni mucho menos, sino que esta es una primera biografía, que después vendrán otras, quizás cuando pase un tiempo y se asiente un poco esta información y uno vea de verdad el legado que ha dejado.
Considerando que tiene una obra tan extensa, ¿qué texto recomendarías a aquellos interesados en comenzar a leer a Álamo?
Empezaría con Juan de la noche, que ganó en 1985 el premio Aveprote de Dramaturgia. Era su segunda obra de teatro. Esa obra es una maravilla porque ella agarra el momento de la escapada de San Juan de la Cruz cuando estaba prisionero. Es muy bonita toda la narración, cómo está planteada y es también histórica.
En la Universidad Monteávila hay un libro que se llama Monólogos y algo más que son sus obras de teatro cuando hacía las materias de filosofía aquí en la universidad, que también son muy simpáticas.
Esta tesis doctoral recibió el premio Ernestina de Champourcin, que busca promover estudios sobre la mujer y aportar conocimientos originales sobre figuras femeninas relevantes del mundo contemporáneo. ¿Cuál es la visión que tiene Álamo en torno a la mujer?
Su visión sobre la mujer es de un feminismo creativo, un feminismo donde la mujer tenga las mismas posibilidades y las mismas condiciones que el hombre en el ámbito laboral, en el ámbito familiar, etc.
Lo de ella no es una concepción de un feminismo polarizado donde se ataca el hombre, sino que ella ve que la mujer tiene que ser reconocida por su capacidad intelectual, como persona, al igual que el hombre. Por eso ella dice: “Yo hubiera rechazado, y me da grima pensar, que a mí se me hubiera podido escoger para ocupar una cuota femenina en un ámbito público”.
Ella ha hecho mucho por la mujer. Hizo una obra de teatro que se llama “Pioneras”, que recoge todo el trabajo que hicieron las primeras mujeres para lograr el voto femenino, para que la mujer tuviera el mismo acceso a las profesiones que ha tenido el hombre.
¿Qué aprendizajes y aportes nos deja el conocimiento de la vida de Alicia Álamo?
Lo primero que nos deja es el de hacer bien un trabajo profesional, de no decir nunca basta en el trabajo, de hacerlo con sentido trascendente. Ella con sus artículos de opinión, que versan a veces sobre políticas, incluye algo de ciudadanía, de honestidad, de virtudes cívicas.
Ella es una mujer que no se ha quedado callada nunca en momentos donde, por ejemplo, se ataca la moral de la persona, la dignidad de la persona, el humanismo cristiano. Actualmente ella logró conectar a muchas personas entre sí y fue una gran promotora de la cultura. Yo creo que eso es algo que nos deja.
El país lo construye no los líderes épicos que hemos visto presente en los libros, sino la gente que tiene una preocupación por hacer de la cultura y del bien una forma de vida.
Escucha el mensaje de Alicia Álamo Bartolomé a los estudiantes y egresados de la Universidad Monteávila aquí.
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