“Piensen cómo los llamamos: estudiantes. Entonces, no anden de vagos por ahí, estudien. A los egresados, (decirles) que todo lo que han aprendido, lo digieran y lo aumenten. No se queden en lo aprendido sin avanzar: avanzar en las ciencias, avanzar en las artes. Además, fíjense en el nombre que tienen ustedes: egresados de la Monteávila, la cumbre de Caracas. Ustedes tienen que ser la cumbre de sus profesiones, en su vida pública y en su vida privada”, aseguró Alicia Álamo Bartolomé en un mensaje dedicado a los estudiantes y egresados de la Universidad Monteávila emitido durante la Lección Inaugural de la Facultad de Ciencias de la Comunicación e Información para el año académico 2024-2025, “Alicia Álamo Bartolomé: un bate, un Volkswagen rojo y el sueño de la Bella Durmiente”.
Arquitecta, periodista, actriz, dramaturga, académica, profesora y gestora cultural. En medio de su cualidad polifacética, Álamo fue también la primera decana de la Facultad de Ciencias de la Comunicación e Información de la Universidad Monteávila y, con el tiempo, se consolidó como una de las mujeres más relevantes del siglo XX en Venezuela, si bien no ha contado con todo el reconocimiento que su figura merece.
A sus 98 años, Alicia Álamo Bartolomé continúa escribiendo. Sus diversos trabajos la convirtieron en un ícono y un referente en la cultura. En la lección, la doctora Tatiana Aguilera Franceschi, decana de la Facultad de Ciencias de la Comunicación e Información, realizó un recorrido por la biografía de Álamo y la huella que ha dejado a lo largo del país.
Tan sólo durante su gestión como directora de la Gobernación del Instituto Federal creó la Sinfónica Municipal, apoyó a las orquestas juveniles, respaldó diversos grupos de teatro, dio vida al Museo del Teclado, creó el Instituto Superior de Danza, la Dirección de Artes Plásticas, la Fundación ópera de Caracas y una serie de programas culturales de los barrios de la capital.
La profesora Aguilera tomó por base su tesis doctoral “Alicia Álamo Bartolomé: Una vida. Mil vidas”, un trabajo periodístico cuya extensión no agota toda la existencia y los matices de una de las profesoras fundadoras de la Monteávila.
“El elemento inspirador que ustedes pueden ver en su decana es justamente eso: escribir, investigar, trabajar y sacar a la luz un personaje. Yo creo que esa es la función y para mí de los méritos más importantes que tiene este trabajo”, afirmó la vicerrectora académica, Carolina Amaya, en sus palabras de apertura.
La lección, que también contó con dramatizaciones por parte de estudiantes de la facultad, presentó las características principales y la vida de Álamo a través de tres íconos: un bate, un Volkswagen y el sueño de la Bella Durmiente.
Aguilera explicó que el deporte es una “segunda e íntima naturaleza” de Álamo, quien además es una mujer firme pero abierta, que pareciera abrirse paso con un bate.
El Volkswagen rojo, por otro lado, fue la “segunda piel” de Álamo, y “nos habla de su trabajo constante en la comunicación y en la cultura”, pues el carro estuvo con ella por muchos años. Incluso, su sobrino lo recuerda como una extensión de la vida de Álamo, quien por su parte, piensa que “si a la fidelidad se le pudiera dar un nombre sería el de Volkswagen”.
Contó Aguilera que ese vehículo “nos habla también de honestidad, porque la libró (a Alicia) de ser acusada de haber robado dinero cuando se desempeñó en la administración pública”.
La última figura guía de la disertación, el sueño de la Bella Durmiente, representa la gran pasión de Álamo: el teatro. “Trabajaba mucho hasta que llegó ese fuerte deseo por la dramaturgia. Dio un gran giro porque no se había detenido a pensar que podía hacer del teatro su profesión”, dijo Aguilera.
Hasta la fecha, Álamo ha escrito unas 45 obras. La más reciente de ellas es de hace un par de meses, se titula “Inmortal” y se centra en el transhumanismo.
“Audacia, valentía para superar los obstáculos y abrirse camino, dejar un legado que trascienda lo efímero: la figura del bate. Austeridad, paciencia, honestidad, fidelidad: es la figura del Volkswagen rojo. Y los sueños: servir con el trabajo, hacer las cosas bien, vivir con pasión las mil vidas que tuvo. Siempre será bueno el momento para contar nuestra propia historia y sentir así a Venezuela, no decir nunca basta”, concluyó Aguilera como una especie de síntesis de las enseñanzas de la casi centenaria vida de Álamo.