“Toda persona que atiende pacientes tiene algo que decir en cuanto a bioética”, afirmó el doctor Carlos Lanz durante las palabras de apertura de la conferencia virtual “Doctor: no haga todo lo posible. De la limitación a la prudencia terapéutica”, a cargo del profesor Pablo Requena Meana, vicedecano de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz.
“La Universidad Monteávila es una institución educativa comprometida con la formación integral de sus estudiantes, que quiere fomentar el diálogo, y en eso coincide totalmente con la aspiración y los procederes de la bioética. Y esa reflexión ética se sustenta sobre todo en un conocimiento del humano, del humano más profundo que lo aborda de un modo más cabal la filosofía y la teología. Con estas referencias queremos reflexionar y formar gente en estos temas”, continuó el doctor Lanz.
El profesor Pablo Requena Meana, quien también es autor del libro “¡Doctor, no haga todo lo posible! De la limitación a la prudencia terapéutica”, señaló como punto de partida que la vida es siempre un bien, pero la agonía no es un bien para la persona. Esto genera un conflicto para la medicina, que procura el bien del paciente.
En su ponencia, Requena hizo un repaso por la bibliografía más destacada en los últimos años sobre la bioética y la limitación del esfuerzo terapéutico. Explicó que ese término en concreto sólo existe en español, algo que considera más apropiado que la palabra “adecuación”, más frecuente en la bibliografía inglesa.
Según Solís y Gómez, la limitación del esfuerzo terapéutico “supone la decisión de detener o no iniciar medidas terapéuticas porque en el estado del enfermo son ya inútiles o fútiles”. Al respecto, el profesor Requena apuntó que los autores nos hablan de suspender el proceso terapéutico en un todo.
“Toda decisión bioética debe partir del dato médico”, expresó Requena. El profesor y sacerdote detalló que también influyen los aspectos psicológicos y los valores personales del paciente, así como sus familiares.
Asimismo, mencionó que lo que se limita en el campo de la medicina es la reanimación cardiorrespiratoria, el soporte ventilatorio, la hemodiálisis, la quimioterapia, la hidronutrición por vía artificial, los fármacos como antibióticos y productos vasoactivos, el marcapaso y otros aparatos eléctricos, la cirugía y el ingreso a la unidad de cuidados intensivos.
Entre los criterios para realizar la limitación o adecuación del esfuerzo terapéutico están la autonomía del paciente, la calidad de vida, el principio de beneficialidad, la limitada obligación de curarse, la distinción entre medios ordinarios y medios extraordinarios y el criterio de proporcionalidad. Requena advirtió que los criterios varían en cada país, y que la calidad de vida es uno de carácter subjetivo, y el responsable de su juicio es únicamente el propio paciente.
De acuerdo con el profesor, uno de los principales aportes de la bioética a la ética médica tradicional es el principio de autonomía. Sin embargo, muchas veces la decisión autónoma no es sinónimo de una buena decisión, y la mayoría de los pacientes no suelen tener capacidad de decidir en primer lugar. Es por ello que el profesor Requena considera que es preferible utilizar los elementos para “valorar” la calidad de vida.
El ponente concluyó diciendo que lo ideal es lograr un equilibrio entre dos posiciones extremas, la objetivista y subjetivista, donde la situación en concreto determina el mayor o menor papel del médico y el criterio de futilidad y desproporcionalidad.