“La universidad no es una burbuja, debe cumplir con su compromiso social”

Rector Francisco Febres-Cordero Universidad Monteávila

El rector de la Universidad Montéavila, Francisco Febres-Cordero, reconoce los significativos cambios que ha dejado la pandemia a su paso, sobre todo, en el sector educativo, en el que ha quedado en evidencia la importancia de la adaptación y del compromiso por la enseñanza.

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Pluma.-

Se cumple un año de la llegada del Covid-19 a Venezuela y del inicio de una etapa particular, no prevista, como fue la implementación de la educación a distancia como metodologí­a regular para continuar en el proceso de crecimiento profesional y personal de los estudiantes.

La Universidad Monteávila no estuvo exenta a esta realidad y, en este sentido, su rector, Francisco Febres-Cordero, reconoce las oportunidades dadas en el marco de la pandemia y del compromiso de la comunidad umaí­sta, al afirmar que la universidad “no es una burbuja” y se debe a un “compromiso social”.

El Rector recalca que la pandemia sirvió para catalizar una realidad que tení­a tiempo gestándose en cuanto a metodologí­as educativas, y puso en evidencia, justamente, la capacidad de los profesionales de esta área para adaptarse, rápidamente, a las exigencias de la sociedad.

“La pandemia del Covid-19 hará que los métodos educativos sean hí­bridos (presenciales, no presenciales, on line y off line) y esto obliga, nos obliga como universitarios, a asumir el reto del cambio”, afirmó.

En medio de las expectativas por un regreso a la presencialidad, Febres-Cordero explica que en la Monteávila se trabaja en la adecuación de espacios y horarios, tomando en cuenta las medidas de bioseguridad necesarias para garantizar la salud de la comunidad universitaria.

“Somos seres relacionales. Nos hacemos y nos conocemos siempre en el otro y con los otros. Necesitamos estar con la gente, y por eso la experiencia virtual y digital no sustituirá de manera permanente la presencialidad que exige el cultivo de la amistad o de las relaciones profesionales”.

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– Se cumple un año de trabajo desde la casa, lejos de las aulas, ¿cómo se puede medir el impacto en materia educativa generado por el Covid-19?

No hemos estado lejos de las aulas, hemos estado en las aulas, pero de modo virtual. El campus universitario se ha trasladado a espacios digitales, demostrando la capacidad de adaptación y cambio de todos los profesores y alumnos.

La pandemia fue y está siendo catalizadora de un proceso que se estaba gestando desde hace años. Un proceso de transformación cultural de las metodologí­as educativas, del acto mismo de educar y de las formas de transmisión de contenidos, de la búsqueda de la verdad, de la generación de conocimiento, de la capacitación y la instrucción profesional, y de la formación personal.

¿La universidad ha estado a la altura de estos tiempos de cambio?

Los sistemas educativos, y especí­ficamente la universidad, no pueden ser ajenos a los cambios cuantitativos y cualitativos del tiempo y del espacio de las personas a las que forma. La universidad debe saber dar razón, dar luz, inspirar las actuaciones libres y trascendentes de todos los miembros de la comunidad universitaria que la componen.

La universidad es una institución histórica y debe dar respuesta a los hombres y mujeres de su tiempo. Y, en este sentido, la universidad no debe anclarse en modos que quedaron en el pasado. La universidad siempre ha sido una fuente de cambio y transformación del pensamiento y de la acción, y para seguir siéndolo debe asumir los retos que el mundo le plantea.

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¿Cuáles son esos retos?

Siempre he dicho, que la universidad como institución no puede ser una burbuja donde pasarla bien. No, la universidad debe cumplir con su compromiso social, con su responsabilidad social que es formar í­ntegramente a sus estudiantes; hacerlos ciudadanos capaces de exigir sus derechos, pero también capaces de cumplir con sus deberes; hacerlos ciudadanos muy bien formados profesionalmente, que desde y con su trabajo aporten al bien común, al respeto exquisito por la verdad, a la construcción de la democracia, al ejercicio de la libertad y lógicamente al desarrollo y progreso material del paí­s.

Vivimos un tiempo histórico de cambio. Los jóvenes de nuestro tiempo tienen una concepción de la trascendencia, del tiempo, del espacio, de las relaciones interpersonales, de su relación con la naturaleza, de su relación con la palabra escrita, con la lectura y con la cultura de la imagen muy particular. Poseen una cosmovisión compleja e interesante que me hace afirmar la realidad de un cambio cualitativo en la forma del hacer cultural.

El hombre contemporáneo está en procesos de redefinición: vivimos una crisis de identidad. Las caracterí­sticas identitarias y los valores que definieron al hombre y a las instituciones de la modernidad están en conflicto con los valores que vive y defiende la juventud de hoy.

Y en esto la universidad juega un rol fundamental. Esta es una institución centenaria que nació como un gremio de hombres libres que se dedicaban a buscar la verdad, a penetrar la realidad, a comprenderla, a interrogarla, a escrutarla y desde ella misma a transformarla. La universidad fue y debe seguir siendo una institución que primero transforme a la persona, para que la persona después transforme a la sociedad.

¿La universidad sigue siendo una institución vigente, útil, necesaria?

Es curioso, la universidad por un lado custodia el pasado y fortalece las fragilidades de la memoria. La universidad de alguna manera se convierte en custodio de la memoria. Y esto es importantí­simo, porque no hay identidad personal ni colectiva sin memoria.

Pero también la universidad brega con gente joven que pone sus ojos en el futuro y que muchas veces no le interesa el pasado. Es decir que la universidad tomando la sabidurí­a de la tradición y de la memoria debe iluminar los proyectos del presente y del futuro. En un mundo fragmentado, atomizado y segmentado, desde y por la virtualidad, a la universidad le corresponde dar una visión de conjunto, universal, totalizadora y trascendente.

Y bajo estas premisas, según su opinión ¿cómo será la universidad postcovid?

La pandemia del Covid-19 hará que los métodos educativos sean hí­bridos (presenciales, no presenciales, on line y off line) y esto obliga, nos obliga como universitarios, a asumir el reto del cambio;a la revisión y a la transformación de los proyectos y de los ejes curriculares;a reestructurar las planificaciones estratégicas;a la renovación tecnológica;al (re)planteamiento de las carreras, los espacios del campus, las metodologí­as didácticas, las forma de evaluar y las publicaciones; a pensar en nuevas formas de gobernar y administrar a la universidad.

No es una cuestión de mercado; es cuestión de asumir las nuevas realidades que la historia y la antropologí­a cultural nos van y nos irán mostrando. Es una realidad y un reto apasionante.

– ¿Cuál es la principal enseñanza que deja la pandemia a la Universidad Monteávila como institución que forma a la generación de relevo?

La pandemia nos reveló la capacidad de trabajo solidario y comprometido de la Universidad Monteávila. Particularmente, me asombré del compromiso, el esfuerzo, el empeño y la capacidad de adaptación y cambio que tuvo y tienen cada uno de los miembros de la comunidad universitaria.

A partir del 13 de marzo del 2020, la Monteávila tuvo que asumir de manera sobrevenida, apresurada y no planificada el trabajo de migración de la modalidad presencial hacia la modalidad no presencial on line. Fue un proceso con errores y aciertos, con carencias y en medio de muchas incertidumbres. Pero poco a poco,con trabajo en equipo, con comprensión, con estudio, con asesorí­as externas logramos salir adelante.

La UMA tiene un compromiso con sus estudiantes, con sus profesores, con su personal administrativo y de apoyo; tiene un compromiso con la ciudad de Caracas y con el paí­s. Estaresponsabilidad de formación integral se está tratando de cumplir aun en medio de las situaciones más adversas de la crisis global y local.

Y quizá esta sea, vamos a llamarla así­, la metaenseñanza que la Universidad Monteávila puede darle a la generación de relevo que forma: trabajar en medio de las situaciones más adversas; cumplir con los compromisos cuando pareciera que no están dadas las condiciones; desplegar las competencias personales que nos permitan adaptarnos al cambio, respetando nuestra propia identidad; confiar en las personas;decir siempre la verdad.

– ¿Cómo se manejan las expectativas del retorno a la presencialidad, mientras la dinámica social sigue marcada por la distancia y la incertidumbre?

Aunque nos enfrentamos a una realidad hí­brida, situación que incidirá en nuestra cultura organizacional, creo que el campus universitario es insustituible, pero ahora con otras dimensiones y caracterí­sticas. Por eso estamos trabajando en la adecuación de espacios y de horarios. También se están considerando todas las medidas de bioseguridad para garantizar la salud de todos.

Las expectativas del regreso a la modalidad presencial son grandes. Como dije antes, creo que vamos hacia un sistema hibrido y esto es importante trabajarlo. Somos seres relacionales. Nos hacemos y nos conocemos siempre en el otro y con los otros. Necesitamos estar con la gente, y por eso la experiencia virtual y digital no sustituirá de manera permanente la presencialidad que exige el cultivo de la amistad o de las relaciones profesionales.

Me gusta definir al hombre y a la mujer como seres que conversan. Desde este carácter conversacional y relacional de la persona es que debemos plantear la presencialidad. Y por eso insisto en el retorno a la modalidad hí­brida, y no solo lo virtual: es una necesidad y una exigencia antropológica.

– La situación actual ha puesto de manifiesto, ahora más que nunca, las desigualdades, incluso en materia educativa, ¿qué lectura se puede dar en torno a la realidad de la educación privada y pública del paí­s?

Venezuela tiene un sistema educativo en crisis, marcado por muchas carencias. Es importante que la sociedad venezolana reconozca como situación de urgencia, la necesidad de elevar todos los niveles de nuestro sistema educativo. Son muchas las aristas.Hay problemas de infraestructura, de niveles de salario, de tecnologí­a, de promoción de profesores, de actualización curricular, etc.

Hay que buscar solución a estos problemas, pero también hay que pensar y trabajar a favor de la revalorización de la profesión docente y de todos los ámbitos que la educación tiene. Si no lo hacemos el paí­s nos pasará factura, si es que ya no lo está haciendo.

Creo que se debe eliminar el cariz ideológico de las polí­ticas públicas en torno a la educación, hay que abrir los ojos a la realidad. Con solo ir a cualquier campus universitario o visitar la sede de algún colegio o de algún liceo público o privado, la realidad nos grita sobre el hundimiento estructural de nuestro sistema educativo, sistema que se ha mantenido gracias al esfuerzo comprometido de profesores, padres, personal administrativo y de apoyo, y hasta de los mismos alumnos.

En la pandemia hemos leí­do relatos de héroes anónimos que se han sacrificado por los demás. Los profesores, y todos los que trabajan en el área de la educación en el paí­s también son grandes héroes de esta pandemia. Creo que se puede escribir un libro contando los esfuerzos individuales y colectivos que se hacen para mantener a flote nuestro sistema educativo. 

– ¿Cómo ha logrado la Universidad Monteávila sortear la crisis que vive el sector los últimos años?

Con creatividad, con planificación, racionalizando el trabajo administrativo, buscando alianzas con la empresa privada para que aporten al fondo de becas, acudiendo a nuestros egresados.

– La Universidad acaba de cerrar el proyecto ReconciliACCIí“N, logrado gracias a alianzas estratégicas con otras ONGs y financiado por la Unión Europea ¿cuál es la importancia de este proyecto para la Universidad Monteávila?

Fue un trabajo muy serio que le permitió a la Monteávila proyectar su misión e identidad a zonas y ámbitos que por su propia naturaleza no hubiera podido llegar. Fue un proyecto en torno a la creación de cultura de paz en zonas y grupos sociales vulnerables.

Trabajar con personas y organizaciones de diversas posturas, con trabajo consolidado de años fue una experiencia muy enriquecedora. Trabajar por la paz genera cultura y la cultura promoverá las transformaciones sociales que el paí­s requiere

En un mundo globalizado y complejo las alianzas estratégicas son fundamentales y este ha sido un gran aprendizaje para los que trabajaron en este proyecto.

– ¿Qué mensaje le darí­a a los jóvenes y padres que siguen apostando por la educación en Venezuela, a pesar de las dificultades?

Meditemos sobre la virtud de la esperanza. Fomentar la esperanza con un optimismo realista que nos haga poner todo el empeño para sacar las cosas adelante. Hay que estudiar, planificar, trabajar, ver en las crisis oportunidades, buscar ayuda. No es fácil, lo sé, vivimos en una crisis sin parangón en nuestra historia.

No es una cuestión sentimental de decir “como Venezuela no hay” y ponernos a cantar el Alma Llanera. Tenemos que darnos cuenta de que estamos en un espacio y en un tiempo especí­fico que nos tocavivir y transformar, aun con lágrimas.

A lo largo de la historia todas las sociedades han tenido crisis graví­simas y todas han tenido un término. El tiempo y la eternidad nos darán respuestas de situaciones y eventos que hoy en dí­a no somos capaces de comprender. Hay que confiar en las personas, en el tiempo, en el trabajo común a favor del paí­s.

*Fotografí­a: Cortesí­a UMA

5 comentarios en ““La universidad no es una burbuja, debe cumplir con su compromiso social”

  1. Excelente exposición con valiosa información sobre la prestigiosa Universidad Monteavila en estos tiempos de crisis.
    Mis felicitaciones y deseos de éxitos.

  2. Excelente Dr , soy docente en Mexico y me encanto este escrito para basar mi exposición del próximo CONSEJO TÉCNICO ESCOLAR , no me lo copio , no , me gusta el giro q le dio a mi papel como Maestra. Gracias

  3. Me encantó el artículo. La naturalidad y genuinidad con la que el rector de la UMa mira los procesos de cambio y particularmente el efecto de la pandemia en la educación universitaria. Gracias.

  4. Estudiantes empresarios de su propio aprendizaje deberían llegar a ser un rasgo dominante de cualquier universidad
    Magnifica lección la suya

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