Volver a pensar la Democracia IV

Fernando Vizcaya Carrillo.-


La primera de estas disposiciones —la justicia— se lograrí­a a través de actividades académicas y modos de reflexión en clase y en el ambiente escolar que permita el intercambio de opiniones sobre decisiones ordinarias. Inclusive las de tipo administrativo que atañen a ese grupo social en especí­fico. La deliberación, que es el primer aspecto a lograr, requiere del docente una disposición personal de organizar debates y reuniones frecuentes de diálogo y consulta entre los alumnos y los profesores y directores.

La formación del segundo aspecto, la capacidad de interpretar, o capacidad hermenéutica, está radicada en las actividades de trabajo de análisis de textos en clase, sobre todo los de tipo  literario. Pienso que la literatura es la primera fuente de acceso a una formación antropológica adecuada, con lo que el docente debe seleccionar las lecturas a hacer en clase cuidadosamente y preparar él los diversos aspectos que debe motivar en sus alumnos a través de esos textos.

La segunda de estas disposiciones —la prudencia—   radica en hábitos personales de escucha y de información. Estos son modos de pensamiento y de acción. Las facultades personales de escucha se pueden incentivar a través de actividades especí­ficas en las metodologí­as de todas las materias que se contemplan en el currí­culum de la estructura escolar. Este primer aspecto, el saber escuchar, requiere una serenidad interior que permita a la persona atender silenciosamente las argumentaciones de la otra persona. Las actividades que se sugieren están dirigidas a organizar los debates y actividades como exposición de papeles de trabajo en sus alumnos con mucha frecuencia, es decir, por lo menos una vez al mes  cada uno de los alumnos. El saber informarse, está en las diversas metodologí­as que se sugieren para la redacción y la investigación de temas relacionados con las diversas materias y su construcción en redacciones que el maestro debe revisar crí­ticamente.

El aspecto educativo del trabajo está radicado en los problemas de transmisión de esas peculiaridades espirituales que son los estilos propios de la cultura en esas comunidades y en las formas de enfoque personales del sistema de gobierno y de las diversas relaciones de hombre en esos sistemas de gobierno que se promueven y sostienen a través de la educación.

Los hábitos. Desde los tiempos clásicos, léase Grecia y el helenismo; Roma y el humanismo, el problema de la educación se ha centrado en la consecución de formas de pensamiento y de acción que se radicaban no en la comprensión cognoscitiva de un problema sino en la permanencia de esas formas humanas de actuar a través del tiempo. Se tení­an que centrar en costumbres o hábitos y allí­ se produjeron las primeras reflexiones sobre este aspecto del problema. Es lo que Aristóteles llamaba hexis, Tomás de Aquino habitus, y Dewey disposiciones permanentes para la acción o plasticidad para el crecimiento.

Modelo teórico de educación. Una teorí­a o una forma de contemplar la realidad, no es necesariamente el conocimiento, pero permite de manera concreta ese pensamiento y por consecuencia, los conocimientos. Entendemos por conocimientos, no sólo la consecución de un aspecto parcial de la verdad, sino formas de vida que se ajusten al ambiente o que ajusten el ambiente a esos hombres. Es decir, las costumbres, o para hablar de manera  sociológica, las tradiciones permanentes que definen un pueblo o una estirpe. Esta teorí­a requiere necesariamente unas formas de actuar sobre la realidad y sobre el mismo hombre, unos artes diversos de vivir y, por último, requiere necesariamente una forma de reordenar los diversos elementos que constituyen la teorí­a; es decir, un modo de contemplar el modelo, desde una perspectiva crí­tica.

Modelo metodológico: La especificación de una teorí­a educativa debe llevarse a la práctica diaria a través de unas formas de hacer que generan un modelo. Los modelos presentan caracterí­sticas de totalidad no sólo para el hombre, sino también para el entorno académico y social. El modelo que se presenta en este trabajo de investigación es una triada, que se va construyendo en la medida en que se van logrando estadios de verdad en el plano cientí­fico, de belleza en el plano ordenativo de elementos y éticos en la conformidad de las acciones y obras con el pensamiento que produjo ese modelo.

*Fernando Vizcaya es Decano de la Facultad de Educación de la Universidad Monteávila

 

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