20 Años | Los inicios de una hazaña

Universidad Monteávila

Alicia ílamo Bartolomé.- 

Universidad Monteávila
Se cumplen 20 años de decreto fundacional. Foto: Cortesí­a UMA

No puedo precisar fechas exactas, solo sé que mi jubilación de la Universidad Simón Bolí­var salió en enero de 1989. Injusta para la USB, ¡voy a cumplir 20 años de jubilada y trabajé allí­ sólo 6 a la cabeza de la Dirección de Extensión Universitaria! Me reemplazaron y permanecí­ unos pocos meses como “asesora” del nuevo director. ¿Asesorando en qué, a un profesor hecho y derecho? Me ocupaba de ayudar a las secretarias en redacción y ortografí­a. No era un trabajo digno del sueldo que devengaba, me sentí­ inútil y pedí­ la jubilación.

Me correspondí­a, en parte, por tiempo de trabajo en la administración pública -el de la USB mi última etapa– y, sobre todo, porque rebasaba la edad requerida para permanecer activa. Me convení­a, además, porque el viaje de ida vuelta al lugar, conduciendo mi vehí­culo, fuera ví­a Baruta o ví­a Tazón, ya me resultaba pesado.

Muy contenta, me dije: ahora, Alicia, libre de horarios y compromisos, te vas a dedicar a lo que amas: escribir y actuar. Grave e inconsciente error, no sabí­a lo que me esperaba. Me llamaron: estamos proyectando una universidad animada por el humanismo cristiano y queremos que tú formes parte… Entre desilusionada por mi plan pospuesto y halagada por que me tomaran en cuenta para la magna tarea, más un cierto sentido de responsabilidad socio-educacional, acepté.

19 promociones han pasado por los salones de la universidad. Foto: Cortesí­a UMA

Después vino la segunda trampa: queremos que tú seas la Decano de la Facultad de Ciencias de la Comunicación e Información, llenas los requisitos, graduada en Periodismo -menos mal que en ese momento no se pensó en la Facultad de Arquitectura, de donde viene mi primer tí­tulo-, más cinco años de experiencia universitaria … No agregaron la verdad verdadera: en ese momento y con convicción humanista cristiana, era la única que llenaba esos requisitos, aunque indudablemente no la más apta ni por edad ni por formación, porque ésta, por la colosal revolución tecnológica, habí­a cambiado totalmente para mis dos carreras. Pertenezco a la generación de la mesa de dibujo, la regla T y la máquina de escribir de cinta.

Y comenzó la aventura. Primero, reuniones en la Torre Europa, esquina de la avenida Miranda y primera de Campo Alegre; después, Qta. Joselí­n, La Floresta. Finalmente, en la que es todaví­a la sede de la Universidad Monteávila: los edificios nuevos del IFEDEC (Instituto de Formación Demócrata Cristiana) que éste habí­a comprado, e instalado, en parte de los del antiguo claustro de las Hermanas del Buen Pastor.

Desde Joselí­n, empezamos a tener cursos de formación como promotores, futuros profesores y autoridades de la universidad nonata. Nació  embrionaria en aquella reunión fundamental en la Hacienda Carabobo, en Turgua, propiedad de quienes fueron nuestros excelentes anfitriones: Oscar Martí­nez e Isabel Carlota Rincón de Martí­nez (Isa).

Comenzamos la jornada con la santa misa oficiada por el Dr. Rafael Marí­a de Balbí­n, futuro primer capellán de la universidad y Director del Centro de Altos Estudios. Luego nos dedicamos al trabajo por equipos. Desde  el principio se pensó en las cuatro facultades que iniciaron la universidad y permanecen ahora.  Están proyectadas otras, mas no aprobadas, por las conocidas trabas del Consejo Nacional de Universidades, la principal, falta de sede propia, la cual muy ponto será solucionada con el magní­fico proyecto -ya andando- en terrenos de El Hatillo.

Febres Monteávila
Este año académicoe comenzó con el Programa de Iniciación Universitaria. Foto: Pluma

Sigamos en la intensa reunión de Turgua. Un alto para el espléndido almuerzo ofrecido por los gentiles propietario del lugar y, en la tarde, nos reunimos todos los equipos en una asamblea general: la nueva universidad habí­a sido engendrada. La dio a luz en octubre de 1998 el último decreto de la segunda presidencia del Dr. Rafael Caldera.

¿Nombres de los que estaban en aquella histórica reunión? Éramos muchos, la memoria no me de da para darlos, ni el espacio, sólo quiero nombrar a algunos de los hoy desparecidos por muerte o enfermedad: Enrique Pérez Olivares (rector fundador), Gustavo Linares Estévez, Winston Peraza y Arí­stides Rengel. Solicito el perdón de los que callo.

Fue una hazaña fundar y sacar adelante una universidad en la era más nefasta de nuestra historia: sin dinero, sin apoyo gubernamental sino todo lo contrario, cuando se iniciaba la diáspora de talentos universitarios que necesitábamos, como de empresas y empresarios que hubieran podido apoyarnos y hasta de futuros estudiantes para colmar nuestras aulas. Una época oscura, pero nunca faltó -ni falta- la luz de la fe y de la esperanza.  Así­ salió adelante durante estos 20 años la Universidad Montéavila y así­ seguirá avanzando para vencer todas las sombras que aún se ciernen sobre nuestra patria.

*Alicia ílamo es profesora fundadora de la Universidad Monteávila

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