La Superestructura | 08 Tensión

Francisco Blanco.-

Todo aquel cuya vida se mantenga en tensión es aquel con una vida equilibrada.

Al hablar de tensión, se nos puede venir a la mente una especie de lucha, una mala situación o quizás la razón de muchas enfermedades, pero se puede entender también la tensión como lo que sucede cuando dos polos hacen fuerza en sentido contrario una de la otra, en fin, tendemos a ver la tensión como algo negativo, que nos hará o nos hizo daño.

En lenguaje Filosófico, la tensión no es otra cosa que verdadero equilibrio, igualdad de fuerzas que mantiene la templanza de las cosas. Un equilibrio que no es más que el buen vivir, porque todo aquel cuya vida se mantenga en tensión es aquel con una vida equilibrada.

Es en el equilibrio donde está la verdadera salud, porque el verse bien, estar en forma, hacer dietas rigurosas y tener todos los valores biológicos en orden no lo es todo. La verdadera salud está en el equilibrio real entre mente y cuerpo, en la tensión perenne de estos dos elementos.

Santo Tomás de Aquino, filósofo de la época medieval, decí­a que para poder desarrollar las capacidades mentales como debe ser hay que, primero, satisfacer al cuerpo. Es por esto que cuerpo y mente son cosas que van de la mano y el resultado de esta tensión se traduce en salud.

Al hablar de mente no podemos pasar por alto el espí­ritu, y más allá de las creencias religiosas que tengamos, la dimensión espiritual del ser humano es una caracterí­stica inherente de su constitución.

Podemos entender como espí­ritu muchas cosas, como lo intelectual, como un principio cósmico, como lo moral, lo divino, en fin, como algo que nos mueve internamente, que nos impulsa a hacer cosas, nos impulsa a vivir.

Para poder tener salud espiritual hay que trabajar por un espí­ritu de apertura al otro, un espí­ritu de inclusión, de ayuda a los demás, un espí­ritu que se acerque a la divinidad y que pueda hacer útil las habilidades del cuerpo.

Por lo tanto, no veamos más la tensión como un producto negativo, cambiemos nuestro paradigma y veámosla como una meta posible de alcanzar, como una expresión de salud alternativa pero posible y por qué no, veámosla como una oportunidad de cambio, como un chance para mejorar, como esas cosas del meta mensaje, hablar o morir, como estas palabras, lo dicho no dicho.

Solo de esta manera podemos cambiar de perspectiva, cambiar de ánimo, en fin, cambiarle la cara a la vida, sintiéndonos bien con nosotros mismos para poder irradiar solamente cosas positivas a los demás.

*Francisco J. Blanco es profesor de la Universidad Monteávila

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