La Superestructura | 04 Prudencia

Francisco Blanco.-

Por mi hija tengo que ser prudente.

Estoy en blanco. Supongo que esto es lo que ocurre cuando se intenta hacer un ejercicio literario y se es ví­ctima del azar. Me tocó esta palabra para desarrollar una suerte de reflexión, capaz escueta, capaz superficial, o capaz digna de un libro o de una obra de teatro, o más bien fuente de inspiración para aquel responsable de la organización de la nueva manera de pensar de la humanidad… quién sabe (la pregunta pseudo Filosófica) lo único que sé en este momento es que ya sé en carne viva, lo que siente mis alumnos cuando yo les pongo este mismo ejercicio y cuando ellos me preguntan qué hacer, yo les respondo con el más soberbio: “piensa”.

Sigo en blanco. Y seguiré así­ siempre, primero porque es mi apellido, y segundo porque es el estado mental al que anhelo estar, lo filosóficamente imposible, estar en un estado de mente en blanco donde se conozca todo sin prejuicio, todo en su estado puro, donde mis pensamientos no intoxiquen mis acciones con mis malas maneras. Ese estado de recepción perenne, de aceptación.

Me mantengo en blanco. Quizás porque soy un poco imprudente, creo que por haber, en cierto punto de mi vida, perdido la pena, digo muchas cosas que muchos piensan pero, por educación, nadie dice, eso me hace imprudente. Quizás, porque busco ser con intensidad y quiero mostrarle a mis alumnos que hay muchas maneras de vivir, y que el decir las cosas, el perder la pena, el poder ser más auténtico, es una de esas formas de ser.

Me mantengo en blanco. Quizás porque no soy capaz de guardar secretos, me encantan las sorpresas y no puedo esconderlas, es una deliciosa ansiedad que me hace estallar, es posible que sea porque me encantan los regalos, es posible que sea porque me encanta regalar, lo cierto es que no me quedo con nada, lo cierto es que lo quiero todo.

Sigo en blanco. Porque la prudencia es difí­cil, requiere mucho de uno. Porque la prudencia no solamente es decir las cosas en su momento adecuado, hacer las cosas en su momento preciso, opinar con peso, actuar de acuerdo a tus propias capacidades, en suma, la prudencia es conocerse.

Estoy en blanco. No solamente porque es mi apellido, sino porque va a ser el apellido de mi hija, y eso no me deja pensar en otra cosa, no puedo pensar en la universidad, no puedo pensar en esto que escribo, solamente puedo pensar en el futuro abierto a una persona que viene realmente en cero, que con ella nacerá la humanidad otra vez, que literalmente experimentará la apertura al nuevo mundo, y yo voy a estar ahí­ para eso, por eso desde hace rato, yo ya no soy yo. Por eso tengo que ser prudente.

*Francisco  J. Blanco es profesor de la Universidad Monteávila

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