Historia del cine recordará siempre la 89° entrega de los í“scar

Rafael Gorrochotegui/íngel Fernández.-

Hollywood premiará lo mejor del cine en la 89° entrega de los Oscar. Foto: photopin (license)

26 de febrero del 2017, una fecha que podrí­a marcar un dí­a histórico para el cine. Son muchas las variables que apoyan esta clasificación en lo que respecta a la 89va entrega de los premios í“scar.

Un musical vuelve al ruedo con un protagonismo nominal que la hace adepta al club de clásicos del género y del cine en general. Con sus 14 nominaciones La La Land podrí­a incluso ser la pelí­cula más ganadora en la historia del certamen, superando así­ la marca de 11 en la bolsa de clásicos como Titanic, Gone with the wind, Ben Hur o El señor de los anillos: El retorno del rey.

En su momento Titanic tuvo la misma cantidad de nominaciones que el filme de Damien Chazelle, sumándose a All about eve, la cual completarí­a este tridente de máximas nominadas en la historia de la más importante ceremonia del séptimo arte.

Pluma hace un repaso por todas las pelí­culas que ocupan un lugar en el premio de la noche, el í“scar a la mejor pelí­cula, así­ como de aquellas que buscan el trofeo a la mejor cinta animada del 2016, galardón con el que nuevamente Disney se estará frotando las manos de forma consecutiva. ¿Quién resultará el gran triunfador?

La La Land es la gran favorita de la noche. Foto: imbd.com

La gran invitada de la noche, la que podrí­a ser la máxima ganadora en estos premios. La La Land, un romance musical en esencia y a su vez una combinación equilibrada de diversos géneros cinematográficos. Una historia sobre sueños, los que persiguen los protagonistas, Mia y Sebastian.

La viveza de los colores en cada una de las escenas, los usos intrépidos de cámaras, desde los ángulos a los movimientos, no hacen más que repasar a modo de tributo los más grandes musicales de la historia, desde el uso de cámara al momento de escuchar Herman´s habit con el cambio de plano en rotación exagerada que hace recordar inmediatamente a Singin´ in the rain, hasta vestuarios y coreografí­as como las de Someone in the crowd, que vendrí­a a rememorar Grease.

La cinta tiene recursos visuales que transmiten metáforas que pueden enaltecer el guión, la dirección y toda la esencia de una historia sobre sacrificios, vivir la realidad y soñar sin dejar de pisar tierra, el error que se ve simbólicamente reflejado en el planetario, donde se ve aquella escena memorable en la que los protagonistas bailan sobre un cielo plagado de estrellas, levitando muy alejados de la realidad.

El clí­max de esta historia es otra de las razones por la que esta pelí­cula quedará en la historia, aquél epí­logo de siete minutos con unos cambios certeros que no reflejan más sino el “lo que pudo haber sido”, quebrando inevitablemente a una audiencia que nunca aguantarí­a una lágrima ante semejante secuencia de imágenes. Combinada con el tema de Mia y Sebastian principalmente, complementándose con otras canciones del largometraje, de forma extendida, con un tono meláncolico y apagado entre inicio y final de este fragmento musical. Una absoluta demostración positiva de capacidades direccionales por parte de Chazelle en lo que respecta a esta proeza de tocar la fibra emocional de su público de forma audiovisual.

Emma Stone y Ryan Gosling brillan como actores y músicos. Damien Chazelle como escritor y director se asoma como una promesa dentro de la élite de profesionales del séptimo arte, y la composición musical de Justin Hurwitz invita a pensar que La La Land podrí­a ganar absolutamente todo en la gran noche.

Arrival alza nuevamente el género sci-fi. Foto: imbd.com

Quedó demostrado con la pelí­cula Interstellar de Christopher Nolan en el año 2015 que el género de la ciencia ficción no suele marcar una tendencia y mucho menos señales de euforia por parte de la academia en cuanto a nominaciones. La cinta del autor intelectual y elaborador de Inception tuvo apenas una nominación, caso que recuerda fácilmente a la aventura de Stanley Kubrick y clásico del cine del año 1968, 2001: A Space Odissey.

Pero así­ como se cuentan casos de desmedido rechazo al género, se puede rememorar el año en el que el cine de fantasí­a tuvo su noche gloriosa. La referencia es a la gala del 2004, cuando El señor de los anillos: El retorno del rey se alzó victorioso ganando 11 de 11 premios, incluyendo el de Mejor Pelí­cula. 12 años después el sci-fi se levanta entre las cenizas con esta cinta de Denis Villeneuve con 8 nominaciones, incluyendo guión, dirección y mejor pelí­cula.

Arrival podrí­a entrar fácilmente entre las cintas que producen lo que llaman coloquialmente lenguas de generaciones recientes, un efecto de mind blown. Todo esto nace de un tema psicólogico que puede transferirse al lenguaje cinematográfico bajo el nombre de efecto Kuleshov, uno de los favoritos del legendario director Alfred Hitchcock, el cual consiste en convertir una imagen con una definición o interpretación inicial en otro concepto, después de ver de por medio de la repetición de esta imagen un desarrollo de planos que cambian la interpretación final de lo que se vio inicialmente. Básicamente un viaje entre punto A y punto B cambia todo lo que se creí­a saber en un principio. Arrival es una proeza visualmente hablando, pues toda la historia narra un gran efecto Kuleshov que termina haciéndonos levantar del asiento.

Este largometraje no traiciona el sello de autor de Villeneuve. Al primer momento que se ve la nave espacial desde el plano general los movimientos de cámara y la múscia de extrema tensión terminan rememorando la llegada a Juárez en la pelí­cula de Sicario. Sin temor a equivocaciones, el director de este filme está a pocos pasos, si es que no lo es ya, de convertirse en un insigne realizador de la última década. En sus manos está como proyecto último nada más y nada menos que el regreso triunfal de la cinta de culto Blade Runner, con Blade Runner 2049.

Es esta una pelí­cula sobre el lenguaje, su importancia para la civilización como un pilar indiscutible para evitar la caí­da en un caos general y, sobre todo, una crí­tica a lo que somos hoy en dí­a como sociedad. Básicamente la historia grita como una globalidad que si el mundo se acaba será únicamente por nuestra culpa y los prejuicios que nos gobiernan y forjan enemistades entre diversas sociedades, naciones.

Manchester by the sea es el mejor drama del 2016. Foto: imdb.com

Frente al mar yace un pueblo pesquero de Massachusetts llamado Manchester, aquel que representa una carga emocional y de memoria que pesa en la mente y corazón de Lee Chandler, un conserje de poca expresividad sentimental y con espontáneos arrebatos de ira cuando se relaciona con el alcohol en sus visitas al bar. Este parece ser el dí­a a dí­a de un hombre con un pasado que se le clava como un alfiler en cada parte de su cuerpo. La rutina del pobre hombre se ve alterada con la sorpresiva noticia de que su hermano ha fallecido, y que, repentinamente y sin previo aviso, se deberí­a ocupar del custodio de su sobrino Patrick, esto de acuerdo al testimonio del fallecido. Es aquí­ donde empezará la lucha de Lee contra los demonios de su pasado, resucitando su malestar y llevando a cabo una misión que le estremece cada vez más.

Manchester by the sea vista como una portada parece que narrara una historia muy amarga, intensa y difí­cil de digerir. Pero pensar que la cinta es así­ serí­a un grave error. Apenas empieza la pelí­cula muestra la imagen de un importante protagonista, el mar, aquél que inteligentemente representará una extensión emocional de Lee mientras avanza la historia. Demás no está recordar aquél momento de la historia donde el protagonista atormentado intenta dispararse en la cabeza, e inmediatamente se ve un mar turbio bajo una tormenta feroz. Las mareas están más calmadas cuando el espectador se acerca a las historias a bordo del Claudia Marie, aquel bote que tanto anhela Pat y que siempre permite ver a Lee con una sonrisa, compartiendo y aislándose de todos los males que pueden surgir en su mente. Son esos momentos de navegación los momentos más dulces de esta aventura. Manchester by the sea es lo que se podrí­a llamar una historia agridulce con un balance casi perfecto.

El guión de esta cinta es una clase magistral. El conflicto ascendente ininterrumpido y sutil dentro y fuera de Lee le genera un arco dramático bastante sólido. Tiene 2 motivaciones internas y externas bastante claras, como lo son calmar su pasado turbio y encontrar la forma de que Patrick pueda vivir sin que él sea el responsable. También viene a ser un virtuosismo de Kenneth Lonergan y todo su equipo de trabajo conseguir representar el entorno, el universo donde se desarrolla la historia, como una visión viva de lo que le ocurre a los dos personajes principales, tanto en papel como en la gran pantalla.

La animación, ¿un género o un medio?

La Academia tiene una historia con la animación que deja pocas expectativas. Hasta este año, solo dos pelí­culas animadas han sido nominadas para Mejor Pelí­cula (La Bella y La Bestia, Up y Toy Story 3). La categorí­a de Mejor Pelí­cula Animada está reservada para reconocer estas piezas cinematográficas. El inconveniente ocurre cuando la animación se considera como un género en vez de un medio para contar historias.

En muchos casos la animación no ha logrado captar la atención de muchos como un área del cine donde se puede contar cualquier historia. La animación no está reservada para historias de familia o para niños.

Este año hay una dicotomí­a entre las pelí­culas que van dirigidas a una audiencia familiar y las piezas que plantearon ideas que van más allá, comprobando la fortaleza de la animación para contar historias con contenido.

Zootopia refleja una refleja una realidad social. Foto: imbd.com

Walt Disney Studios trajo en el 2016 una entrega fresca que recuerda a historias novedosas como Ralph El Demoledor. Más allá de ser un mundo de animales, Zootopia refleja uno de los malestares de la sociedad actual: las diferencias raciales y étnicas. Demuestra que un zorro no tiene que ser necesariamente un ladrón, que un conejo no tiene que estar por debajo de los demás. En esta pieza la animación es solo un medio para hablar con soltura de una temática que nos afecta a todos.

Parte de lo que envuelve el espectador en esta pieza es la creación de un universo muy similar al que vivimos, con sus ciudades, zonas rurales, artistas pop y polí­ticos en busca del poder a toda costa. Su familiaridad en el diseño de los diferentes fondos y escenarios recuerdan que al final de cuentas esta pelí­cula habla de la misma sociedad en que vivimos.

La fortaleza de esta pieza es que viene de un estudio lí­der en su categorí­a, con una propuesta que mezcla el arte con el entretenimiento. En muchos sentidos es una denuncia de la situación actual del mundo y los temas conflictivos de los últimos años.

Moana es una princesa Disney fuera de las convenciones. Foto: imbd.com

Desde que Frozen logró que millones de niñas cantaran la misma canción al uní­sono una y otra vez, Disney no habí­a presentado otra princesa. El mayor reto de Moana era traer una historia alejándose de las convenciones como el prí­ncipe que viene al rescate.

Moana presenta una guerrera que no lucha por sus propias aspiraciones, sino por su deber como lí­der para salvar a su tribu. Esta pelí­cula no es Frozen en una isla. Moana plantea una nueva manera de presentar a la clásica princesa de Disney, con la sensibilidad feminista por delante y conociendo qué pasos puede dar para presentar un personaje con motivaciones internas que la impulsa a actuar.

En muchos aspectos la musicalización de Moana tiene mayor poder que piezas recientes de la casa productora. Lin Manuel Miranda se inspira en el contexto donde ocurre la historia para darle un giro a las canciones que se presentan.

Moana logra que el mar sea el protagonista definitivo de la historia, con una profundidad de campo que presenta la inmensidad del viaje que la guerrera hace para defender a su isla. La escena con mayor impacto visual puede ser la de Tamatoa, el gigante crustáceo al que Moana debe enfrentar para cumplir su objetivo.

Kubo es una de las pelí­culas favoritas entre los crí­ticos. Foto: imbd.com

De vez en cuando llega un estudio retomando la técnica del “stop motion” para presentar una historia animada. Este es el caso de Kubo, una de las favoritas entre los crí­ticos.

Con personajes tomando las voces de estrellas del cine como Charlize Theron, Mathew McConaughey, Art Parkinson, Rooney Mara y Ralph Fiennes, la pieza cinematográfica tiene una solidez en cuanto a las intenciones que tiene cada personaje en el transcurso de la historia.

El mayor reto de esta pieza es la estética japonesa, que se vincula con la trama de la historia pero no se siente que invade toda la temática. Cuando se realizan piezas en torno a una cultura se suele cerrar mucho y no se puede apreciar toda la historia por desconocer aspectos de esa cultura. La cinta no intenta presentar una versión occidentalizada de Japón, sino presentar la cultura japonesa tal cual es como vehí­culo para contar el tipo de historia que desea el director.

Entre los recursos utilizados estuvo presenta la música como forma de adentrar al espectador a la cultura oriental, así­ como el uso de sí­mbolos representativos en la trama. Una de ellas son las hermanas de Sariatu, que hacen referencia al cine de terror japonés, así­ como la armadura de Hanzo que representan las virtudes que permiten la valentí­a que Kubo necesita al final de la historia, esto como su motivación interna más latente.

Kubo puede dar una sorpresa en las presentaciones. Con un BAFTA bajo el brazo, Laika y Focus Features aseguran una buena posición entre los votantes de la Academia.

* Rafael Gorrochotegui es estudiante de Comunicación Social de la Universidad Monteávila.

* íngel Fernández es estudiante de Comunicación Social de la Universidad Monteávila.

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